Esto es Valencia, de modo que tampoco nos debería extrañar tanto que, de repente,Valencia le metan cuatro al Madrid. Partido raro, que sin el VAR seguramente se habría perdido, en el que, por una vez, el equipo supo aprovechar los regalos de la defensa merengue. Lo mejor de todo no es el resultado, sino comprobar que el tono apocalíptico de algunos no tiene ningún sentido. Incluso en los peores momentos, en un inicio en el que el rival mandaba implacable, se notaba el ánimo de competir, un rebelarse contra el pesimismo que acabó dando fruto. Con el viento a favor, se administró la incredulidad del campeón de Liga incluso con suficiencia. Cuesta recordar una victoria tan plácida ante el Madrid. Ver para creer.

Racic

Y, claro, habrá que empezar otra vez por el serbio. Cualquier parecido con su lamentable predecesor es pura y dolorosa coincidencia. Se marcó un partidazo. Un comentarista americano preguntaba que de dónde había salido este chico y por qué no lo había visto jugar todavía. La cámara enfocó, puñetera, a Gracia. Verlo correr como un jabato a recuperar su posición y rememorar al caradura por el que todavía alguno suspira es como para echarse a llorar. Se regalaron dos partidos con Esquerdo jugando ahí. El entrenador, de rositas porque la culpa de todo es de Lim.

El once

Alguno ya se ha olvidado, pero hay que recordar que el señor Gracia ha alineado a Mangala y Diakhaby antes que a Guillamón, a Blanco antes que a Lato, un doble lateral con Gayà por delante de Lato -en lugar de al revés-, a Guedes y Gameiro antes que a Kang In, a Wass antes que a Racic de pivote defensivo, al caradura antes que a Racic, a Esquerdo -insistimos- antes que a Racic, a Wass de lateral derecho antes que a Correia, a Jason antes que a Musah y así hasta completar un museo de los horrores que explica por qué el Valencia está donde está en la clasificación.El empaque

Barría mucho campo Racic y con ello oxigenaba una parcela que antaño era un coladero. A partir de ahí, crecieron sus compañeros. Se sufrió en demasía la primera media hora, cuando el Madrid tocaba y tocaba. Retrasa demasiado la línea la defensa porque Paulista De resultas, hubo demasiadas ocasiones en las que había ocho jugadores metidos dentro del área, apiñados a cinco metros de Doménech. Así vino el gol de Benzema en un cañonazo desde la frontal que nadie pudo llegar a tapar por estar demasiado alejados. El portero, por cierto, pudo otra vez hacer más. Nadie se arrugó, sin embargo, y conseguido el empate, el Valencia fue otro. Parecía que por fin les entró el convencimiento de que no son tan malos como algunos dicen. Y se fueron hacia arriba.

Los penaltis

Hay quien dice que con el VAR todo es peor. No es así. Lo de ayer hace diez años habría terminado con goleada a favor del Madrid. El mérito estuvo en coger el regalo y no soltarlo, como tantas veces ha sucedido. Soler falló el primer penalti, pero marcó los tres siguientes. Fue lanzando cada vez mejor, de modo que el último era ya imparable. Cada vez que el Madrid, confiado y fiel a la tradición, se iba arriba a remontar, volvía el Valencia a acercarse a Courtois y a encontrar una mano amiga de la que sacar un penalti. Lo de Lucas, en los tiempos que corren, fue un escándalo. Correia, a su lado, un fenómeno en física nuclear. Doménech tuvo que intervenir, pero saliendo a tapar es rápido como un rayo y sólo pasó los apuros justos en estas situaciones.Caradura

La felicidad es un bien preciado y escaso. Uno la persigue y a menudo se hace esquiva. Y, de repente, saltas tú, querido caradura, al campo con la camiseta del equipo del pueblo y ahí está ella, en forma de sonrisa. Qué bienestar produce el verte lejos. Cuánta paz nos dejas. Cuánto vamos a disfrutar este año con el Cholo.

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