Los fichajes son así. En un abrir y cerrar de ojos, el Levante pasó de un mar en calma, sin operaciones a la vista, a una auténtica tormenta el último día. Dos traspasos, Cabaco y Oier, y dos fichajes, Bruno y el repescado Koke Vegas. Todo ello con un saldo positivo de cerca de 10 millones, prácticamente la absolución definitiva para el fair-play: ocho del Getafe y 1,5 por Oier más la pedrea de 200.000 por la plusvalía de Chema. No hizo falta jugar con fuego y apurar como en la época del TMS y Bryan Ruiz, pero aun así tocó esperar hasta primera hora de la noche para el desbloqueo definitivo. El Depor, con Fernando Vázquez dispuesto a convocarlo, aspiraba a que le sufragaran parte del fichaje de Jovanovic para rescindir a Koke. Y Bruno apretó al máximo por los 800.000 euros que lo separaban de su carta de libertad para firmar libre sólo hasta junio. El tema llegó a pintar tan feo que, ante el riesgo de que no se arreglase, hubo un amago por otro central, aunque no se pasó de la consulta.

La última revuelta del mercado le tenía reservadas varias sorpresas al Levante, que tras apurar hasta la bocina acabó cerrando cuatro operaciones. Un volumen excepcional, sobre todo porque hasta el pasado jueves, cuando los agentes de Oier y Cabaco se presentaron en el Ciutat con las ofertas de Espanyol y Getafe bajo el brazo, ninguna estaba en marcha. Es cierto que el club seguía alerta, pero los días pasaban y no llegaba nada. Por una parte Oier insistía en irse, pero Alavés y Almería no movieron ficha, cosa que sí hizo el Espanyol con un traspaso que alivia al Levante en dos millones: 1,5 por la venta más la parte de su ficha. Por la otra Bordalás tenía a Cabaco grabado a fuego, pero el Getafe cerraba primero a Chema y se hacía el remolón antes del ofertón por el uruguayo, que se fue del estadio por la noche cargando con sus enseres en cajas, dispuesto a no tener ya que volver. Lo tuvo que hacer por la mañana, pero con todo encarrilado ni siquiera se entrenó.

El efecto dominó en el mercado ha permitido al Levante una jugada económica redonda para descargarse la mochila de los 12 millones pendientes del fair-play. El Espanyol, que ha tirado de chequera para salir del pozo, llenó de billetes a Ángel Torres, que a la postre se los ha terminado gastando para sustituir a Cabrera. En Orriols aún están frotándose los ojos con los 8 millones que han entrado en caja por el 50 por ciento de los derechos de Cabaco, fichado por dos y tercer central de la plantilla para Paco López. Y encima, tras repelar Quico Catalán como en él costumbre hasta el hueso, con la guinda del 20 por ciento de una futura venta. La plusvalía por Chema, otro ejemplo de su política, han sido 200.000 más.

Dos fichajes con lo mínimo

Pese a ingresar de una tacada prácticamente 10 kilos, el club no ha tenido margen para fichar a ningún otro jugador que no entrase por el ojo de la aguja por el que sí han pasado tanto Bruno como Koke. LaLiga ha sido inflexible a la hora de no ampliar el margen mínimo del que disponía para hacerlo. Apenas quedaba espacio para una cesión y, aun así, tirando de ingeniería, a la postre han entrado dos jugadores con una situación muy peculiar. Bruno, con más minutos en Copa y Europa que en LaLiga esta temporada, llega con la carta de libertad y contrato hasta junio. Y Koke, que tampoco estaba jugando, regresa otra vez a mitad de cesión. El central completa la defensa a expensas de la recuperación de Róber Pier y el meta se queda con el rol de reserva que apuntaba a Cárdenas. Punto y final a un mercado de enero que ha deparado en LaLiga muchas sorpresas.