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La magia salta cuando uno menos lo espera. Comienza el acto en el que la Peña Valencianista El Pincha de Manises conmemora sus treinta años de existencia y además inaugura oficialmente su nuevo local. Una peñista se arranca con un precioso discurso y en ese instante, en la televisión en la que los socios de la peña ven los partidos del Valencia, de entre todas las imágenes que han ido sucediéndose durante la tarde, emerge la figura de un Fabián Ayala imperial que remata a gol desde el cielo. El Valencia se pone 0-1 en LaRosaleda y gana la Liga 31 años después. Mientras, bajo la figura de un enorme murciélago de cinco metros que preside el local, Amedeo Carboni, inconscientemente ha perdido el hilo del discurso porque no puede evitar mirar de reojo la televisión... tras el gol de Ayala el de Fabio Aurelio, y después Albelda llorando en el vestuario, y al poco, Valencia enloquecida en las calles... Amedeo no llora, pero sus ojos brillan y la cara se le ilumina.
I. HERNÁNDEZ
La magia salta cuando uno menos lo espera. Comienza el acto en el que la Peña Valencianista El Pincha de Manises conmemora sus treinta años de existencia y además inaugura oficialmente su nuevo local. Una peñista se arranca con un precioso discurso y en ese instante, en la televisión en la que los socios de la peña ven los partidos del Valencia, de entre todas las imágenes que han ido sucediéndose durante la tarde, emerge la figura de un Fabián Ayala imperial que remata a gol desde el cielo. El Valencia se pone 0-1 en LaRosaleda y gana la Liga 31 años después. Mientras, bajo la figura de un enorme murciélago de cinco metros que preside el local, Amedeo Carboni, inconscientemente ha perdido el hilo del discurso porque no puede evitar mirar de reojo la televisión... tras el gol de Ayala el de Fabio Aurelio, y después Albelda llorando en el vestuario, y al poco, Valencia enloquecida en las calles... Amedeo no llora, pero sus ojos brillan y la cara se le ilumina.
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I. HERNÁNDEZ
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