El Valencia le fichó hace cuatro años procedente del Atlético Benamiel„equipo de Málaga„, ¿no sería del Madrid?, preguntaba un redactor de SUPER a un jovencísimo Isco Alarcón, entonces en la cantera del Valencia. Venía de conseguir la medalla de bronce en el Mundial sub-17 de Nigeria y entonces lo tenía así de claro: "No era del Madrid de pequeño, diría que soy un poco antimadridista aunque uno no sabe dónde va a estar su futuro, pero es un equipo que a mí nunca me gustó. Me da la impresión que es un club prepotente por cómo son los jugadores. Sin humildad no puedes llegar a ningún lado".

Así era entonces Isco hasta su presentación como nuevo jugador del Real Madrid, en la que se definió como "el más madridista que hay", aunque no llegó a besar el escudo de su nueva camiseta como se le reclamaba desde la grada. "He sido del Málaga, pero soy el más madridista que hay y me lo voy a dejar todo por esta camiseta. Nadie va a poner en duda mi compromiso con el Madrid. Para un jugador no hay cosa más grande que estar en el Madrid. Es lo máximo". Del Valencia, ni palabra.

Isco, cuando hizo la entrevista a SUPER en 2009, era entonces una de las perlas de la cantera valencianista, obligada por la situación económica del club a nutrir de futbolistas el primer equipo en un futuro próximo, actuando como mediapunta. Ya se le comparaba con Silva, por la enorme calidad que tiene en sus botas y el último pase, su rapidez con el balón pegado a su pie derecho más propia de un velocista, y en los entrenamientos se permitía el lujo de hacer alguna ruleta, pero todavía era pronto. «Todavía no he conseguido nada», decía.