Santi Cazorla vive horas de incertidumbre después de que el panorama futbolístico haya tenido que modificar su hoja de ruta para cuadrar el fin de las competiciones. Tras tener un periodo fructífero una vez superado un calvario que casi le cuesta la retirada, ha visto cómo su notable estado de forma, influencia en el juego del Villarreal e importancia en el planteamiento de Javi Calleja, se han visto frenados en seco por el coronavirus, que ha obligado a posponer prácticamente todo el mundo del balompié. Y lo hace en un momento de gran determinación, en el que el exfutbolista del Arsenal deshoja la margarita para decidir qué es lo mejor para su futuro a sus 35 años y con el fin de su contrato establecido para el 30 de junio de este año.

El asturiano siempre ha manifestado que su deseo es seguir compitiendo a niveles exigentes, pero la edad es un factor que puede desvirtuar sus intenciones. Desde que regresó al equipo de la Plana Baixa tuvo la potestad de decidir si renueva su vinculación o no con el conjunto groguet, ya que, independientemente de lo que significa dentro de los 97 años del club, su condición física iba a ser la que determinase las limitaciones. Sin embargo, un bidón de gasolina, más allá de competir en la máxima categoría del fútbol español, era la Eurocopa que se situaba en el horizonte.

Cazorla regresó, el pasado 17 de mayo y tras cuatro años de ausencia - dos de ellos marcados por su lesión en el tendón de Aquiles-, a la Selección Española, en la convocatoria para disputar dos encuentros de clasificación para el torneo europeo, y desde entonces ha sido un fijo en las listas tanto de Luis Enrique. No obstante, la motivación de representar a España tendrá que esperar. Para los jóvenes supone una nueva oportunidad, pero para los veteranos como el futbolista del Villarreal significa un tren que puede perderse. Su presencia era casi innegociable, pero que la Eurocopa se haya pospuesto hasta el año que viene sumerge al centrocampista en un escenario donde la indecisión abarca su mentalidad.

Pese a ello, ni mucho menos vivía un proceso de decadencia. De hecho, era todo lo contrario. Solo un esguince en el tobilló obligó a detener su gran momento durante tres partidos, y pese a que su salida del once se tradujo en la entrada de Trigueros en el mismo, Javi Calleja tuvo que juntar a ambos jugadores ya que el asturiano era una pieza insustituible. Ahora, tendrá varios días para decidir qué hará entorno a su futuro. Con contrato hasta el 30 de junio, sus piernas dictarán si está para competir e ilusionarse.