Exagerado o no, el alcalde de Bérgamo calificó el Atalanta - Valencia como "una bomba biológica". Científicos italianos secundan esas afirmaciones como foco del contagio. Aproximadamente 2.500 valencianistas viajaron a Milán para el partido. Entre ellos profesionales de los medios como Kike Mateu, el paciente cero en Valencia, o José Manuel López, fotoperiodista de SUPER y Levante-Emv que publica en este diario personal su experiencia antes, durante y después del 'Día D'.

17 de febrero

La vida de un fotoperiodista deportivo es un ir y venir de viajes constantes, pero este puede ser el último de Champions de la temporada y eso hace que lo saborees más conscientemente. Destino: Milán.

Mientras preparo el material escucho la radio. Hablan de un virus que ha hecho estragos en China y que empieza a detectarse en Europa: el Covid-19. Hablando con mi mujer teorizamos sobre si aquí se podrían tomar medidas tan drásticas como las que del gobierno chino.

"Nada, aquí no se podrían tomar decisiones tan potentes como paralizar todo un país, eso sólo son capaces de hacerlo los chinos".

18 de febrero

Me levanto a las cuatro de la mañana para salir del aeropuerto de Manises a las 6:00 con destino al aeropuerto de Bérgamo. Viaje fácil y siempre sobre el horario previsto. Al llegar a Italia empiezo a leer noticias de los primeros casos en el norte del país transalpino.

Vaya qué casualidad, me ha pillado allí precisamente.

Utilizo un autobús lanzadera de los cientos que salen a diario desde el aeropuerto a Milán. En esta ocasión mi hotel está en un lugar inmejorable, a escasos 10 metros de la entrada al estadio de San Siro, donde se jugará el partido mañana.

Es un barrio de la ciudad principalmente residencial, así que prácticamente no hay comercios ni vida social en las calles. Es un poco tristón pero lo doy por bueno. Con el restaurante que tengo pared con pared con mi hotel me arreglaré los tres próximos días.

Entro en la habitación tras usar el metro desde el centro de la ciudad hasta el estadio. Antes de subir había visto la prensa local en la recepción y me subí un par de ejemplares. Deshago el equipaje y bajo a preparar un reportaje del estadio para la web (video principalmente) pero que finamente también entrará en la edición de papel del día siguiente.

Grabo ese imponente estadio que estremece ya por su tamaño. Si además viviste, como es mi caso, aquella final de Champions del año 2001, entonces las sensaciones ante aquel mamotreto se multiplican por 1000. Tantos nervios, tanta ilusión, tanta presión, miles de valencianistas eufóricos que te contagiaban su ilusión, y después aquel jarro de agua fría. Mientras paseo por los alrededores del Giuseppe Meazza me vienen a la memoria todas aquellas imágenes. Pero mañana podemos cambiar aquellos recuerdos tristes por otros más alegres.

19 de febrero

Las calles de Milán se llenan de valencianistas con la intención de disfrutar de la jornada de Champions desde primera hora. Yo desayuno pronto y me voy al metro para llegar hasta el centro de la ciudad. Me llama la atención la cantidad de gente que se mueve en el suburbano, vagones repletos de gente que intento evitar, puesto que no tengo excesiva prisa por llegar.

Sabiendo lo que sé hoy, me horroriza recordar dónde estuve metido. El mismo alcalde de Bergamo aseguró hace unos días que aquel partido fue un "bomba biológica".

Ya en la plaza de la catedral voy parando a grupos de valencianistas para charlar con ellos, hacerles una foto de grupo y grabarles unos segundos. El día ha empezado estupendamente. Los valencianos ha convertido Milán en un día de Fallas a pocas semanas de la fiesta en València.

Encuentro gente que ha venido en avión, gente que vino en coche después de más de 20 horas de carretera, estudiantes Erasmus que aprovechando que el Valencia jugaba allí se han desplazado unos cientos de kilómetros para ver a su equipo.

Por su parte, el equipo italiano desplaza a sus seguidores la tarde del partido, pues la distancia de menos de una hora hace que sus tifosi no necesitaran pasar el día en Milán. Llega la hora del partido y desde mi habitación veo cómo va creciendo el movimiento en las calles, familias completas, grupos de amigos, gente de todas las edades esperan el encuentro haciendo uso de los camiones de comida rápida que no dan a basto.

Repaso el material que necesitaré: ordenador, lector de tarjetas, objetivo 300 milímetros, duplicadores, un par de cámaras, un objetivo angular, otro tele corto, baterías cargadas€ Bien. Es la hora de ir al césped del Giuseppe Meazza.

El encuentro transcurre con normalidad, nadie pone el foco de atención ni en la aglomeración de público, ni mucho menos en aquel lejano virus chino... Aquello vino después.

Me encuentro con un colega italiano que trabaja afincado en Madrid y se ha desplazado para el partido. Está emocionado, pues para un milanés cubrir un partido de Champions en "L´opera del Calcio" es algo mágico.

Nos ponemos a hablar de nuestras cosas, y haciendo un repaso sale el tema de China.

"Aquello si llega aquí no sé como lo gestionarían, pero tengo claro que en Italia o España no puedo imaginar cerrar el país como han hecho en China".

En lo deportivo el encuentro fue una gran decepción, pero no podíamos ni imaginar que aquel descalabro se quedaría en mera anécdota con lo que estábamos a punto de descubrir.

Este lunes, la segunda parte del Diario de José Manuel López.