Entrevista | Enrique ballester Periodista, autor del libro ‘El fútbol no te da de comer’

"El periodismo tiende a darse más importancia de la real"

Entrevistar a un compañero de trabajo puede resultar un compromiso, pero también una motivación. Las preguntas surgen con facilidad cuando conoces a tu interlocutor y, sin embargo, las respuestas no dejan de sorprender. Enrique Ballester no deja de sorprender nunca

Enrique Ballester

Enrique Ballester / SD

Pepe Beltrán

Natural de Castelló (1983), empezó a trabajar en el periódico Levante de Castelló y ahora lo hace en Mediterráneo, además de escribir columnas para El Periódico o Superdeporte y contar con una sección en El Día Después de Movistar y un pódcast en As Audio y colaborar con las revistas Lletraferit y Líbero.

Siempre que suena el despertador piensa lo mismo: «No seré tan listo si tengo que despertarme a estas horas». Considera que vive más o menos bien, se define alérgico al conflicto y al trabajo, aborrece las biografías de las solapas: «Una cosa es lo que somos y otra lo que creemos ser».

Y ahora publica un nuevo recopilatorio de artículos, El fútbol no te da de comer (Libros del KO, 2022), tras Infrafútbol (2014), Barraca y tangana (2018) y Otro libro de fútbol (2020), elegido libro del año por la revista Panenka.

¿Qué debiera animar a un lector para comprar su libro?

La portada es bonita.

En sus orígenes como columnista, su espectro de análisis se circunscribía al CD Castellón, ahora ha ampliado la visión y el objeto de sus escritos. ¿Siente que ha renunciado a algo para ganar más lectores?

Sabes bien, más que nada porque me fichaste en 2006 para escribir columnas sobre el CD Castellón, que nunca tuve más ambición que esa. Después, una serie de acontecimientos me llevó a escribir sobre otro tipo de fútbol, quizá con una visión más generalista, pero nunca con el objetivo de ganar lectores. Creo que ha sido una consecuencia lógica, porque al ampliar el público potencial de los textos, y que estos se publicaran en diferentes y mayores periódicos del grupo editorial y en libros, he llegado a otro tipo de lector. Eso sí, valoro haber mantenido a los lectores iniciales de Castellón, que me han acompañado en el camino y me he sentido siempre muy querido. En realidad, sigo escribiendo de Castelló y del Castellón, aunque sea de una manera implícita. Ocurre que el fútbol es tan universal que un lector de Burgos, de Barcelona o de México puede leer las andanzas y los recuerdos de un hincha o de un niño que iba a Castalia y sentirse identificado con esa vida.

Presentaciones en Fráncfort, ahora en Madrid, luego en varias capitales españolas. Parece que el modelo gusta, ¿piensa agotarlo? ¿No se plantea un libro que no sea recopilatorio, con material nuevo?

El otro día me preguntaron cuándo dejaré de escribir columnas y contesté que 1) cuando dejen de pagarme por ello 2) cuando me toque la lotería o 3) cuando me jubile. Creo que la más probable es la 1), pero mientras llega ese día me sigue pareciendo algo divertido. Lo de escribir otro tipo de libro es actualmente incompatible con mi vida. Además, ni tengo tiempo para hacerlo ni nada importante que decir, así que tampoco se pierde nada la humanidad porque no escriba. 

Primero fueron sus resacas, luego su mujer, ahora sus hijos. ¿Su éxito se debe a que todos nos sentimos parte de su familia, a que todos nos sentimos reconocidos en sus avatares?

Bueno, al emplear el ‘yo’ como punto de partida, noto cómo la gente se acerca a la columna esperando algo similar al capítulo de su serie preferida. Eso me gusta. Es una manera potente de fidelizar, y después pasar del ‘yo’ al ‘nosotros’, igual que intento partir de la actualidad para tocar después temas atemporales, y que así luego la columna no caduque y publicar un recopilatorio tenga sentido. De las resacas a los hijos, pasando por la vida conyugal... no es lo mismo escribir con 24 años que con 39 que tengo ahora. Eres igual de idiota, pero las prioridades y las responsabilidades cambian y las vivencias se actualizan.

¿Y qué le dicen en casa por airear tantas intimidades?, ¿cómo llevan ese ‘gran hermano’ al que les somete su columna y, por extensión, sus libros?

 A ver, las cosas importantes no se cuentan. Se usa la anécdota, la escena más o menos graciosa... La superficie. La única desgracia que he escrito fue que Teo se hizo del Getafe y parece que ya ha superado esa fase de su vida.

Precisamente ese cariz tan familiar, costumbrista digamos, ¿puede suponer un freno para mayores empresas? Pregunto si esperaba ser llamado para cubrir de alguna manera el Mundial de Qatar con una visión distinta. ¿Se lo han planteado? ¿Le gustaría?

Luis Enrique no creo que me llame, pero estoy contento con los sitios donde escribo. Durante el Mundial, por cierto, haré un podcast diario --Los últimos de la lista-- con Javier Aznar, a quien admiro. Igual que en la pasada Eurocopa. Y además seguiremos con las columnas en El Periódico. Mi trabajo es ser redactor de local del periódico Mediterráneo. Lo demás son extraescolares, como ir a Disney.

¿Cuál es su siguiente proyecto?

Esperar que lleguen las vacaciones de Navidad, te parecerá poco.

Su columna se publica en las secciones de deportes de El Periódico y en Mediterráneo, sin embargo, en su trabajo diario como periodista se le encomiendan otras funciones. ¿Es una incongruencia o es que es bueno para todo?

Intento centrar mi atención y mi energía en las cosas que dependen de mí. Lo mío es hacer de la mejor manera posible el trabajo que me mandan, volver a casa más o menos pronto sin haber roto nada, y mañana será otro día. El periodismo es un mundo tendente a darse más importancia de la real, de la que tiene, pero diría que así es la vida de la mayoría. 

Paul Auster, Charles Bukowski, Enric González... ¿algún otro referentes más?

De esos tres sigo leyendo con devoción a Enric González. Me fascina cómo es capaz de dar el ‘toque Enric’ a cualquier artículo. Yo sé hacer pocas cosas en la vida. No sé cambiar una bombilla. No sé colgar un cuadro con un taladro. No sé cocinar para veinte personas. Soy muy torpe para el trabajo manual, pero lo de escribir siempre me pareció algo a mi alcance. Por supuesto, peor que todos los escritores que admiro, pero leía por ejemplo un recopilatorio de Camba, o algún dietario de Pla, o los diarios de Uriarte y pensaba ‘yo podría hacer algo parecido’. Algo mío, con mi estilo. Esto también es importante. Cuando empiezas a escribir aún no tienes tu estilo, vas picoteando de aquí, de allá... Yo tuve la suerte de que me dejabais hacer lo que quería, podía experimentar, podía equivocarme. Poco a poco vas formando tu estilo y creo que con el paso del tiempo encontré el mío. Cuando se publica el primer recopilatorio ya había escrito más de 500 columnas y sabía lo que quería contar y cómo quería contarlo. Tenía 35 años y dos hijos, ya no era un crío. Había un montón de gente que entonces me ‘descubría’, pero realmente llevaba más de una década haciendo lo mismo, en Castelló, en pequeñito.

Como lector y discípulo de todos esos escritores que admira ¿se siente un poco Frankenstein, con lo mejor de cada uno, o Enrique Ballester ya es en sí un referente?

Si soy referente para alguien, que no creo, me gustaría serlo más por el fondo que por la forma. Igual que yo te leía a ti cuando era un chaval, y al leerte pensaba que no hacía falta escribir en un periódico nacional para hacer buenas columnas y buenas crónicas, para tratar al lector como alguien inteligente, por eso me gusta reivindicar siempre el periodismo local. Yo no me he ido de Castelló y he podido escribir muchos años de Deportes como yo quería. Además, desde Castelló he podido colaborar con medios de Madrid, de Valencia, de Barcelona... He podido hacer y hago mucho más de lo que había pensado, y trabajar con gente que admiraba y he tenido siempre la sensación de que estar en Castelló era hasta una ventaja, porque puedes aportar una mirada distinta, virginal, te leen sin prejuicios, tienes más libertad y nadie te intoxica.