Simeone llegó al banquillo del Atlético de Madrid en un momento complicado y no tuvo dudas, su primera acción fue lanzar un potente llamamiento a sus aficionados, pidiendo respaldo unánime y sin condiciones. "Quiero un estadio lleno, que empuje y viva los partidos con pasión", dijo entonces. No es que la afición atlética sea precisamente de las que no ayuda, pero el entrenador de verdad siempre va un puntito más allá en la exigencia. De eso han pasado seis años en los que el equipo rojiblanco ha ganado títulos y jugó dos finales de la Champions League que, como en su día el Valencia, perdió.

No sé si dentro de seis años estará aquí Marcelino para contarlo, eso sería una muy buena noticia acostumbrados a tener tres o cuatro por temporada, pero el entrenador, como en su día el Cholo, ha situado el listón muy arriba con el trabajo, la planificación, los fichajes, la limpieza de la plantilla y también con la afición. No es del todo verdad que le han dado todo lo que pidió, él habría cambiado uno de los delanteros por otro si eso hubiera sido posible, aunque también tenía claro desde el primer día que todo no podría ser.

Volviendo a la afición, Marcelino y todos hemos captado que la gente está con él desde el primer día. Sea por convencimiento, por pura desesperación o porque los hechos han ido despejando dudas. Es así. Ahora pide el apoyo de todos aunque en realidad ya no necesitaba hacerlo. Lo tiene, aunque esa confianza hay que alimentarla cada día y cada partido. Quiere más y se exige a sí mismo más, como a sus jugadores.

Para empezar, necesitamos una caldera este sábado en la que cocinar al Atlético. Mestalla andará cerca del lleno aunque haya que frotarse los ojos para creerlo. Seguramente hará calor porque Tebas es así, pero el equipo se tiene que encargar de elevar todavía más la temperatura, como aquella última vez que tanto recordamos.

Más artículos de opinión de Julián Montoro, aquí.