Para el que alguna vez se ha marcado un ritmo de cinco minutos por kilómetro en una prueba como esta, el Medio Maratón, vértigo da solo pensar en el 2:45 de este Kiptum en cada uno de los 21,1 kilómetros, un registro que situa a València como nuevo referente del atletismo europeo y mundial. Un objetivo buscado y por el que se ha apostado mucho estos últimos años, nada es casualidad. Fundamentalmente dinero, necesario para organizar con absoluta perfección eventos de este tipo, pero no solo dinero. Había que convencer a mucha gente de que esto era importante y era posible, incluso cuando los récords no acompañaban, y convencer a la ciudad de que cada vecino en la calle cuenta para alcanzar ese récord mundial que ha logrado Abraham Kiptum, pero pertenece y seguramente por mucho tiempo a València. Un solo detalle, llámese lluvia o viento, puede echarlo todo al traste en el último instante. Como ese disparo al larguero que te vuelve a privar de esa victoria que al final casi siempre mereces aunque solo sea un poquito más que el rival pero nunca llega.

Victoria

No vale desfallecer ni dejar de intentarlo por mucho que sea siempre la misma película, la misma rueda de prensa, el mismo resultado. La victoria, como el récord del mundo, llegará. Dicen de hecho que no se esperaba récord en esta carrera, pero saltó la liebre nunca mejor dicho. ¿Seguimos esperando la victoria? Ya he leído que llega el momento de empezar a tragarse todos los elogios y previsiones del último verano, más o menos gratuitos, no sin antes sonrojarse y hasta pedir perdón. Porque la cruda realidad se ha empeñado en ser otra muy distinta. Bueno, cada cual es libre de decir y desdecirse cuando le apetezca... pero el ahora frágil equilibrio de Marcelino puede transformarse de repente en lo que todos esperábamos.

Equilibrio

No hay duda de que los delanteros son puro desacierto y, como se suele decir, no le marcan un gol al arco iris. Sin embargo, como el éxito del Valencia de Marcelino se basó en una cosa a la que llamamos equilibrio, esta mala racha de resultados y de juego seguramente tiene más que ver con Parejo, Kondogbia y Guedes que con Gameiro y Batshuayi.

Más artículos de opinión de Julián Montoro, aquí.