Si el pulso de la afición fue determinante para que el Valencia CF acabara convirtiendo la Copa del Rey en uno de los grandes objetivos de esta temporada centenaria, a todos los que cantaron y levantaron la bandera del Volem la Copa en Mestalla hay que atribuir gran parte de ese mérito, son en este caso los futbolistas quienes se han metido entre ceja y ceja alcanzar la cuarta plaza que da el acceso a la Champions. Hablando claro, no habría sido muy difícil para ellos dejarse llevar una vez logrado el billete para la final y con la Europa League también de por medio, dos expectativas de cierto nivel para utilizar como coartada ante un posible fracaso en LaLiga que no hace mucho, recordemos, se veía venir. Aunque hoy, después de ganar en una de las plazas clave como Sevilla, lo vemos de otra manera. Esa desventaja de solo tres puntos es una invitación para pelear por ello hasta el final porque estamos ante una de esas oportunidades que ofrece el destino imposible de desperdiciar.

Había que creer

Es increíble que el equipo casi dependa de sí mismo para terminar cuarto marcando un gol de media y ganando solo nueve partidos de 29, pero resulta que es así y que, muy importante, todos los rivales por ese objetivo son perfectamente asequibles. Mucho más complicado era creer cuando, a mediados del mes de enero, la diferencia con el cuarto era de diez y los hombres clave de Marcelino no estaban o no terminaban de aparecer.

Caldera

Seguramente no hará falta porque el partido, a pesar del día y la hora, motiva más que suficiente, pero creo que hoy los futbolistas le pueden pedir a la gente que acuda a Mestalla, que lo dé todo para generar esa caldera y ayudarles a derrotar juntos al Real Madrid. Se lo han ganado ellos también.

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