Casi al mismo tiempo que nos quedábamos sin Fallas, el Valencia CF decía adiós a la Liga de Campeones en este triste martes 10 de marzo que tanto nos costará olvidar. Acabó la Champions, se acaba la fiesta y desde ahora el fútbol como todo el deporte no será lo mismo sin aficionados.

Es inevitable, es lo que hay que hacer y es responsabilidad de todos apoyar decisiones de ese calado en momentos como los que vivimos, aunque la sensación de vacío es dura de verdad. Vacío por todo, por esas imágenes terribles del casi centenario Mestalla en un partido sin alma ni voz, por todas las cosas que han ocurrido hasta llegar a ese escandaloso 4-8 con que el equipo de Celades, por todo lo que se va a perder por el camino hasta salir de esta inesperada crisis que nos ha golpeado donde menos lo esperábamos, pero sobre todo por la gente que lo está sufriendo en su día a día o ha tenido la desgracia de perder a alguno de sus seres queridos.

Con las cosas de la salud no se juega. Con el fútbol, a este nivel tan profesional y al menos de la manera que acostumbra a hacerlo Peter Lim, el máximo accionista, tampoco.