Seria autocrítica sin tiempo que perder

El vestuario, rabioso y cabreado por la imagen ante el Zaragoza, está ansioso de que llegue el partido contra el Eibar y cierra filas para dejarse la piel sobre el terreno de juego de Ipurúa

La plantilla celebrando un gol en el Levante-Zaragoza

La plantilla celebrando un gol en el Levante-Zaragoza / JM López

Rafa Esteve

Rafa Esteve

La crisis se ha instalado en el peor momento de la temporada para el Levante. El equipo de Orriols suma una victoria en los últimos cinco partidos que han desinflado su candidatura a un ascenso que, pese a las unidades perdidas por el camino, sigue estando a menos de un encuentro de distancia. El golpe que supuso el empate contra el Zaragoza fue suavizado con el empate del Eibar en Oviedo y la derrota del Granada ante el Sporting en El Molinón.

El ascenso directo, que lo marca el conjunto de Paco López, se encuentra a un punto de diferencia y el liderato a cuatro unidades, pero ninguna cábala y ningún cálculo será válido si se tropieza en Ipurúa. El combinado de Javi Calleja no puede permitirse más frenazos ni desaprovechar más oportunidades, y el vestuario, cabreado y rabioso por la imagen mostrada en el Ciutat de València ante el Zaragoza, es consciente de ello. Por delante, el Levante tiene ocho finales a cara o cruz, y la cita del domingo es trascendental para pelear por subir.

Según pudo saber SUPER, a la plantilla, que cierra filas de cara al domingo, no se le pasa otro escenario por la cabeza que no sea el de darlo todo en el campo del Eibar, sabiendo que lo que resta de competición será exigente, pero que la visita a tierras vascas es crucial para mantener vivo el sueño del ascenso a Primera Divisón por la vía directa. Ganar, de hecho, es la única opción que se contempla por diferentes motivos. Dentro del plano clasificatorio, por recortarle a un rival directo, por el golpe que supondría encima de la mesa y por la inyección anímica que le imprimiría a un equipo que, tras recuperar confianza después de ganar en El Sardinero, se trastocó y se desdibujó por completo en la segunda parte contra el Zaragoza.

A pesar de que no sea ni el rival ni el estadio idóneo, el Eibar, después de conseguir cinco victorias consecutivas que le catapultaron hacia la primera posición, suma dos empates que le han permitido mantener una distancia superior a un partido. Independientemente de que el vestuario estreche filas para enderezar el rumbo en Ipurúa, se conjure para dar con la tecla de su mejor versión y que logre la reacción definitiva para subir a la élite del fútbol español, Javi Calleja tendrá el deber de cambiar la imagen mostrada contra el Zaragoza. Sus declaraciones en la rueda de prensa posterior, a caballo entre la preocupación, la frustración y la rabia, dejaron pinceladas de lo que no le gustó y de lo que debe cambiar no solo para el choque ante el Eibar, sino también de cara al exigente final de curso.

«No sé si es porque no queremos perder lo que tenemos, pero empezamos a jugar con demasiada seguridad. Necesitamos ser más valientes en cada jugada. No puede dar la sensación de que el equipo se repliega. Hay que ser mucho más intentos. Vamos dejando pasar el tiempo y no podemos hacer eso, no podemos perder la mentalidad de ganar. Es una lección y si lo aprendemos nos servirá para el futuro y conseguir el ascenso directo.

Quedan muchos puntos por disputar. Nos tiene que servir para que un futuro no nos vuelva a suceder. Vamos a pelear por cambiar la sensación que el equipo por momentos ha transmitido. En Éibar lo vamos a demostrar», dijo Calleja. Ipúrua no solo será una auténtica batalla por el ascenso, sino también una prueba de fuego en toda regla.