Lágrimas de sentimiento y de capitanía

El levantinismo quedó conmocionado por el llanto del ‘10’, al que le pesó emocionalmente el penalti que hizo sobre Álex Millán. Sin embargo, Iborra sigue fuerte y con el ascenso en mente

El ‘10’ va a por el ascenso sin miedo y convencido de conseguirlo.

El ‘10’ va a por el ascenso sin miedo y convencido de conseguirlo. / Francisco Calabuig

Rafa Esteve

Rafa Esteve

Las lágrimas de Vicente Iborra, al terminar el partido contra el Villarreal B, encogieron el corazón de los levantinistas que se encontraron con sus emociones y sentimientos descontrolados en redes sociales y con los que lo presenciaron desde las gradas del estadio de La Cerámica. Los que lo vivieron en directo, de hecho, no dudaron en trasladarle su respaldo con cánticos de aliento dirigidos hacia el capitán, al igual que los futbolistas del Levante, muchos de ellos con los ojos vidriosos, se acercaron al centrocampista para levantarle el ánimo. El triunfo contra el Villarreal B, que mantiene al combinado de Javi Calleja con un hilo de esperanza para subir de manera directa contra el Oviedo, fue desarrollado en medio de un carrusel de impresiones y de vaivenes. De la euforia a la tristeza. De empezar ganando a los tres minutos a ver cómo el empate de Ontiveros tambaleó las opciones del Levante de ascender directo. Sin embargo, y para beneficio granota, finalizó con el alivio que supuso el gol de Montiel en los últimos coletazos tras un duelo de tensión y de intranquilidad.

El 2-2, transformado desde el punto de penalti, fue provocado por Vicente Iborra después de pisar dentro del área a Álex Millán. Pese a su ausencia de intencionalidad, la infracción fue señalada por el colegiado, y aunque finalmente el Levante terminó imponiéndose al Villarreal B, los tres puntos no calmaron a un centrocampista que terminó explotando en forma de llanto. El remordimiento de que su equipo estuvo cerca de no conseguir la victoria por una situación provocada por él le terminó pasando factura. Sobre todo, consciente de que, en caso de empate, el Levante se hubiera despedido de sus opciones de ascenso y tendría que haberse visto abocado a los playoff a falta de un partido para finalizar la temporada regular. Vicente Iborra no lo pudo controlar. Su obsesión es la de volver a ver a su Levante en Primera División. Por ello, sus lágrimas fueron sinónimo de explosión emocional. De, incluso, haber pasado miedo durante el transcurso del encuentro contra el Villarreal B.

No obstante, los sentimientos expresados por el ‘10’ no son de debilidad ni de temor. El capitán del Levante, máximo referente y estandarte histórico del club, está ansioso de que el fútbol le dé más revanchas para que el equipo de su corazón milite entre los mejores la próxima temporada. De pie, más firme que nunca y sin temor a lo que venga, independientemente de si el ascenso levantinista se sella contra el Oviedo o si se tendrá que pelear en la promoción para subir a la élite. Con contrato aún en el Villarreal, Vicente Iborra sacrificó su estabilidad y tranquilidad como amarillo para bajar al barro, ponerse el mono de trabajo y dejarse la piel por el Levante. Y ahora, que la temporada ha tomado un rumbo tan inestable como intranquilizante en las últimas semanas, el ‘10’ se niega a tirar la toalla. Única y exclusivamente por volver a Primera División con el club de su corazón.