Meg Ryan ha estrenado en Estados Unidos 'Lo que sucede después' (2023), su segunda película como directora. Cuenta la historia de dos antiguos amantes que se reencuentran en un aeropuerto en Navidad (ella y David Duchovny) y se la dedica a Nora Ephron, que la dirigió en 'Algo para recordar' (1993) y 'Tienes un e-mail' (1998). No hay que atar cabos para deducir que es un homenaje a la 'romcom' de finales de los 80 y los 90. No olvidemos que Ephron fue también guionista de 'Cuando Harry encontró a Sally…' (1989).

La llegada de esa película y otros sucesos, como el estreno de 'Crazy Rich Asians' (2018), 'La ciudad perdida' (2022), 'Bros. Más que amigos' (2022) y 'Viaje al paraíso' (2022), o el espectacular éxito de la película de Netflix 'A todos los chicos de los que me enamoré' (2018), que tiene dos secuelas, dan pie a preguntarse si estamos ante un revival de la comedia romántica de los 80 y 90. De ser así, ¿qué tienen que ver las 'romcom' del presente con 'Cuando Harry encontró a Sally…' o 'La boda de mi mejor amigo' (1997)? ¿Se han actualizado? ¿Dónde florecen?

2018: Intento de renacimiento

Para Ainhoa Marzol, experta en Internet y cultura popular, “hubo un intento de hacer renacer la 'romcom' en 2018, a raíz del éxito de 'A todos los chicos de los que me enamoré'. Es más o menos cuando las plataformas de streaming empiezan a asentarse y descubren que un género que hace años no funciona en la gran pantalla funciona bien en la pequeña. Además, a nivel de presupuesto son una tontería. Cuando los cines se reservaron para 'blockbusters' tipo Marvel y todo lo demás fue un poco expulsado de las salas, las plataformas recuperaron la romcom y nos dieron la opción de verla en su hábitat ideal: con una mantita y un tazón de helado”. Quim Casas, crítico de esta casa, programador y docente, respalda los argumentos de Marzol: “Al desaparecer la producción intermedia, algunos modelos de películas han encontrado su lugar en las plataformas. Podría hacerse una analogía con el cine de terror. Muchas de las propuestas más estimulantes de ese género han salido de las plataformas”.

Un poco de contexto

Para saber si estas películas tienen el espíritu de la comedia romántica de los 80 y los 90 es imprescindible entender cómo eran aquellas películas y por qué definieron una época. Según Casas, “aquellas romcoms adaptaron muy bien el modelo de las comedias románticas de los 50 y 60, las de Doris Day y Rock Hudson, actualizándolas a los tiempos. La famosa secuencia del orgasmo de 'Cuando Harry encontró a Sally…' habría sido imposible en los 50. Lo otro que supieron hacer es encontrar parejas que se ajustaran a esa línea de trabajo, como Meg Ryan y Tom Hanks”.

Quizá nuestro recuerdo de estas películas esté condicionado por la nostalgia. Hay una tendencia natural a rememorarlas como propuestas frescas, honestas y amables, como comedias románticas ajenas al cinismo que incluso se permitían ser cursis. El crítico, docente y ensayista Carlos Losilla, sin embargo, es más escéptico: “En general, la comedia romántica de esos años me pilló un poco a trasmano. Se me hacía cuesta arriba ver a Meg Ryan y Billy Crystal imitando a Woody Allen y Diane Keaton cuando imitaban a Cary Grant y Katharine Hepburn. La comedia romántica de los años 30 tenía una ventaja: no era romántica, en el sentido más superficial de la palabra. Bueno, sí lo era, pero el romanticismo surgía de algo distinto, del contacto cotidiano, de la amistad, del trabajo, y en cambio en esas películas de los 80 y 90 yo veía demasiada construcción, demasiada autoconciencia. Ahora sé que esa era la gracia, pero quizá ya es tarde. Rob Reiner y Nora Ephron eran en realidad unos émulos de David Fincher y Paul Thomas Anderson, de sus primeras películas: un cine americano que nacía de la reflexión sobre el cine americano anterior”.

Nostalgia y actualización

¿Y de dónde nace la romcom actual? ¿Se mueve en los parámetros de la nostalgia? ¿Reflexiona sobre el género? ¿Hace el esfuerzo de adaptarse al presente? Marzol establece la siguiente distinción: “Hay dos tipos de romcoms, unas son las 'unapologetically' romcomianas y siguen patrones que llevan años repitiéndose, sin el más ligero de los cambios, al más puro estilo Hallmark, sin avergonzarse de sí mismas. Y luego están las que intentan disfrazarse de algo nuevo. Es probable que haya gente que disfrute las primeras con cierta ironía, pero también creo que hay espectadores que las ven totalmente en serio. El éxito de 'Un príncipe de Navidad' (2017) en Netflix fue demasiado grande para que la gente la estuviese disfrutando con ironía”.

En relación a ese segundo tipo de comedia romántica, la que trata de adaptarse a los tiempos, es interesante determinar si es una actualización superficial o si tiene en cuenta, por ejemplo, cuestiones de representación de género (y de representación en general) o refleja realmente cómo son las relaciones sentimentales en el presente. “La mayoría lo hacen, pero muchas veces sólo de una forma cosmética. Pienso en 'Fire Island' (2022), que es la adaptación de 'Orgullo y prejuicio' a una isla de Nueva York a la que van de fiesta chicos gays. En 'Fire Island', con sus líos de una noche, Grindr y muchos hombres sin camiseta, hay muy poco de la sociedad súper puritana que cuenta Jane Austen. Pero, aún así, se limitan a coger el esqueleto de una historia que funciona y ponerle una piel nueva. Al final hay una fórmula eficaz y necesitas seguirla para que tu película funcione, por mucho que metas a mujeres que no necesitan de los hombres o por mucho que en las comunidades LGBTQ+ las problemáticas y los matices sean muy diferentes a los de entornos conservadoramente heterosexuales”, argumenta Marzol.

Renacer cuantitativo

Ainhoa Marzol cita entre las comedias románticas más estimulantes de los últimos años 'A todos los chicos de los que me enamoré', 'Cómo deshacerte de tu jefe' (2018), 'Palm Springs' (2020), 'La ciudad perdida' y 'Rye Lane' (2023). Sin embargo, aunque hay propuestas interesantes (personalmente sumaría 'La estación de la felicidad', de 2020), todo parece indicar que este renacer de la comedia romántica es más cuantitativo que cualitativo. A la pregunta de si, desde que se consumió la comedia romántica de los 80 y los 90, ha habido realmente algún punto álgido en el género, Losilla y Casas coinciden en la misma figura: Judd Apatow.

“Me gustan las comedias de los 2000, que sí me parecen una renovación importante, un revolcón a lo que había sucedido en el género en el fin de siglo. 'Lío embarazoso' me parece una gran comedia romántica de nuestro tiempo. Cuando el romanticismo parece perdido para siempre, Apatow lo resucita a partir de los detritus que había dejado, del mal sabor de boca adolescente y juvenil, como si Antoine Doinel y los chicos del Free Cinema se convirtieran en gamberros redomados y, a partir de ahí, redescubrieran el romanticismo”, argumenta Losilla.

Casas, que destaca 'La boda de mi mejor amiga' (Paul Feig, 2011), producida por Apatow, pone también el foco en aquellas comedias y aclara que no hay que entenderlas como un revival de las comedias de los 80 y los 90: “'La boda de mi mejor amiga' y, en general, las películas que dirigió y produjo Apatow en aquel momento, proponían un modelo distinto. Si fue un renacimiento fue un renacimiento diferente. Podían conectar con otro tipo de comedias románticas a nivel de estructura, como las de los 50 y los 60, pero proponían cosas muy nuevas, como la manera de concebir los personajes femeninos”.