Pensando en Capone

Imagen de archivo de Lim

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Gauden Villas

Gauden Villas

Al Capone, el criminal más famoso de la historia de Estados Unidos, no terminó en Alcatraz por sus múltiples fechorías violentas sino por fraude fiscal. Todo el mundo en Chicago, empezando por la policía a la que tenía en nómina, sabía quién era el capo di tutti capi, pero entre la connivencia de muchos estómagos agradecidos, la rigidez del sistema judicial y la habilidad de la mafia para camuflar sus actividades, Al vivió tan ricamente durante lustros una vida de lujo y desenfreno.

Meriton, que no es -que sepamos- ningún grupo mafioso, es sin embargo muy hábil a la hora de enmascarar sus actividades. A Valencia ha enviado a llevar su pequeño club de fútbol a una señora que, como hemos desvelado en este periódico, pasa más tiempo fuera de España que dentro y a la que los múltiples encargos del señorito la tienen dando vueltas por el globo de manera permanente. Ello no sería grave si para cubrir sus ausencias hubiera al quite una estructura con gente preparada y poderes ejecutivos. En el Valencia están Corona y el señor de barba que nadie sabe de dónde ha salido exactamente. Ni ellos ni nadie se atreven a dar ni los buenos días por si meten la pata y acaban como Murthy. La parálisis es permanente.

Mientras el resto de acorazados futbolísticos europeos, con los que el Valencia se codeaba no hace tanto, profesionalizan su gestión con gente absolutamente top, aquí Peter tiene a tiempo parcial a una señora que lo mismo sabe de farmacias y hospitales que de pienso para perros o nitrato potásico. Dispone, eso sí, de casa y chófer pagados, pero no termina de pillar lo del 4-3-3 y ni de coña el tema del fuera de juego porque, entre otras cosas, está siempre pendiente de cuándo llaman Beckham o Cristiano para quedar a echarse unas risas con el jefe vía Facetime. O para concertar un nuevo trato con Jorge. Y ahí, en esos deals que firma Peter con una sonrisa de gran satisfacción, es donde puede estar la madre del cordero, la vía de penetración ¿Para qué estar en Valencia si lo suculento del negocio se ventila con Mendes?

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