Cuando termina una temporada es el momento perfecto de hacer valoraciones. Ver cómo han ido las cosas y sobre todo si se han hecho los deberes que en el mes de agosto anterior se habían programado. Esto pasa en todos los equipos y en el Valencia no iba a ser una excepción. Lo que ocurre en esta campaña todo es un poco atípico. Se habla de fichajes y desfichajes como es normal, pero se habla mucho más de la parcela económica. Los desmanes que mandatarios anteriores llevaron a cabo se están pagando en la actualidad. No hay más remedio que hacer encaje de bolillos para que los números salgan. El presidente valencianista en todas las entrevistas que está realizando últimamente en distintos medios no se cansa de repetir la misma canción. La parcela deportiva se cuidará, pero la económica no se perderá de vista ni mucho menos, todo lo contrario. Es prioritaria. Las arcas están vacías y no hay más remedio que buscar soluciones que pasan por vender activos, vamos, jugadores. Ya han salido dos, Villa y Zigic, pero todavía se necesita más, por lo tanto otro de los que se puede sacar por él cambiará de aires. No hay otra solución y por lo que parece el aficionado está más o menos de acuerdo, conoce la situación y no le queda otra que la resignación. De cualquier modo, cuando la temporada comience ese conformismo al que hago referencia se convertirá en exigencia y ahí es donde puede doler. El Consejo de Administración valencianista tiene una papeleta por delante que resolver este verano. Los trabajos de despacho darán soluciones pero, ojo, el equipo estará en Champions y ahí no se puede ir de cualquier modo. Creo que me entienden, todo, menos hacer el ridículo.

El Levante y su afición

En el Levante, si el camino marcado por Luis García Plaza se sigue al pie de la letra, el resultado será el esperado por la afición, que por cierto el sábado acudió al estadio, estuvo con el equipo desde el primer momento y demostró que se puede contar con ella.