Pellegrino ha heredado la ´Flor de Héctor Cúper´. Nunca he sido partidario de hablar de la suerte con facilidad, he creído siempre que la suerte ha de buscarse y el Valencia, nadie puede negarlo, se la encontró cuando más falta le hacía€ y cuando apareció Roberto Soldado. Lo bonito del fútbol es la imprevisibilidad, porque un detalle en un partido puede cambiarlo todo, pasar del cielo al infierno y a la inversa. Justo cuando nadie daba un rublo por el Valencia le señalaron un penalti que no debe ocultarnos la realidad. Con el marcador a favor el equipo se encuentra cómodo, sin él fue un equipo espeso y cuando uno miraba el marcador (0-3) se pregunta si es verdad o no frotándose los ojos, pero sí.

Minuto 44

Aquí cambió todo

¿A qué jugamos? Miraba el minutero del marcador electrónico con 40 rallas iluminadas, faltaban cinco y la historia volvía a repetirse. Tantas veces nos acordamos de la diferencia presupuestaria cuando se pierde ante los grandes, que me enfurecía viendo cómo el BATE tenía las ideas bien claras; sabía cuándo dar un paso adelante para anticiparse, dónde dar el pase nada más recibir, con la cabeza bien alta sin recrearse con el balón para facilitar el posicionamiento del rival. No tienen mucha calidad y ahí se deleitan. Me levanté del pupitre para ver las caras de los nuestros y mientras el ´Flaco´ animaba con palmas a los suyos, en el palco los rostros reflejaban mucha preocupación. Y en esas, cuando se daba por bueno ese empate€ apareció Soldado dentro del área para ser derribado. El penalti lo aprovechó, escondiendo todas las vergüenzas de un Valencia que acabó con un marcador abultado que nos advierte de que aún hay mucho que mejorar.

Faltó creación con trivote

Se marcó a base de latigazos

Pellegrino había advertido que tenía que cambiar algo para buscar un triunfo a domicilio y optó por tres centrocampistas por el centro. Albelda y Gago en paralelo con Tino Costa más adelantado, se buscó como una solución pero no se creaba el fútbol necesario para acabar con un 0-3 fabricado a latigazos por el ´killer´ blanquinegro: Roberto Soldado.

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