En plena postguerra, y después de haberse librado de la cárcel y tal vez de un mal mayor, Batiste Soro Cabotà, el ‘Tío Pena’, decidió construir un trinquet en Massamagrell. Se inauguró en 1947 y, a pesar de que los primeros pasos no fueron fáciles, pronto se convirtió en una plaza de referencia en la escala i corda profesional.

Batiste había sido un destacado jugador aficionado cuando en l’Horta Nord reinaba la modalidad de llargues. Le gustaba tanto jugar que no se privó de ello ni en prisión. Pero fue gracias a su fuerte carácter y su exigencia con los pilotaris que Massamagrell fidelizó a un buen número de espectadores que acudían al trinquet cada martes sabedores de que la entrega y el espectáculo estaba garantizados.

Y así, hasta hoy. O mejor dicho, hasta este martes, cuando arranca el XXV Trofeu Tío Pena, que se celebra cada mes de julio en su honor. La primera semifinal enfrenta a Genovés II y Raúl contra Puchol II y Félix, con una previa del torneo paralelo de promoción en la que Pablo II y Pepet se medirán a Carlos, Nacho II y Néstor.

El Tío Pena fue infelxible con los pilotaris, incluso con Genovés. Fue, de hecho, uno de los primeros que obligó al mítico Paco Cabanes a jugar sin golpes como la volea y el bot de braç. Porque el trinqueter tenía un objetivo en mente: igualar las partidas y que corrieran las apuestas. Al fin y al cabo, era su negocio, ése y la promoción de la pilota en Massamagrell, que hoy cuenta con varios profesionales gracias en parte a la existencia del trinquet.

El día que le gustó Genovés

Con Paco Cabanes, Batiste tenía una relación profesional que iba mucho más allá. Se adoraban, pero rara vez se lo demostraban mutuamente. Genovés cuenta con cariño cómo sólo una vez en su carrera entró el trinqueter en el vestuario para felicitarle. "Hoy sí me has gustado", le comentó. Paco se lo cuenta una y otra vez a Soro III entre risas, recordando el carácter de su abuelo con total afecto.

Tampoco le hizo concesiones a su hijo Batiste, máxima figura, del que Llorenç Millo escribió un domingo que, «de haber sido torero, habría cortado las orejas y el rabo». Cuando el Tío Pena leyó la columna, le precisó a su hijo: "sí, pero hubo una pelota que se te quedó en la cuerda». Soro III dice que, si su abuelo viviera, estarían «siempre discutiendo", aunque se nota que le hubiera encantado que su abuelo le viese ahora, en lo más alto.

Soro III: "Del trofeo recuerdo a Pigat II y Grau"

Francesc Soro Juan, conocido como Soro III, es el último descendiente pilotari del Tio Pena. Hoy, Quico es campeón individual y reina en los trinquets con mano de hierro. El escaleter recuerda con cariño a su abuelo, que falleció cuando él tenía 9 años. "No le pude ver en sus mejores tiempos», se lamenta, «pero me han contado muchas cosas de él, y lo recuerdo siempre sentado en el palco".

Y subraya la importancia que tiene este torneo para la familia Soro: "Siempre es especial. El día de la final, vamos por la mañana al trinquet para dejarlo todo arreglado, y después nos vamos a comer toda la familia, las mujeres por su lado y los hombres por el nuestro, aunque yo a veces me he cambiado de band", reconoce entre risas. "Después llega el momento de la partida, que vemos todos juntos, y más tarde nos vamos todos a cenar. Estamos muy unidos", especialmente, cuando se trata de recordar al abuelo, explica.

De lo que Soro III ha vivido del Trofeu Tío Pena, tiene un recuerdo muy vivo "de Pigat II y Grau. Han ganado muchísimas veces. Yo le decía a mis tíos que los pusieran juntos, pero me decían que no podía ser, que no se les podía hacer contra", rememora.