La diferencia con todas las finales que el Levante ha jugado hasta ahora es que la de Montilivi será la definitiva si la gana. En caso de empate o derrota habrá otra, esta vez ya sin red, así que por el bien de todos será mejor llegar a la última jornada con la permanencia en el bolsillo y no rizar más el rizo. Sin embargo, que sea un partido prácticamente a cara de perro contra un rival al que también se le ha pinchado el globo no significa jugarlo sin cabeza. La obligación es mayor para el Girona, por lo que como ocurrió contra el Rayo los granotas tienen que aprovecharse de la ansiedad local para matar el partido en el momento justo. Nada que el equipo de las tres últimas jornadas no haya hecho para saldar sus compromisos con dos goleadas y una derrota en Can Barça que debió ser mínimo un empate. Cuando la salvación sea una realidad habrá tiempo para analizar los porqués de la situación límite a la que se ha llegado, depurar responsabilidades y sobre todo poner remedios para arreglarlo. Pero primero, a ganar. Por lo civil, por lo criminal, por los 300 y pico que van a desplazarse, por los que lo verán en la pantalla gigante del Ciutat y por tantos miles que no han fallado contra sol, lluvia, viento y marea.

Explicaciones objetivas

A falta de dos jornadas, como escribía Manolo Salvador, ya no se trata de darle vueltas al sistema y ni siquiera a los nombres propios de la alineación, aunque eso no quita para reconocer que con el nuevo dibujo el Levante es otro. Mientras que Vukcevic cumple sin alardes, Campaña brilla como nunca pisando área. Y eso, más allá de cabezonerías, le da la razón a Paco en lugar de quitársela. El fichaje más caro de la historia aún no ha jugado un partido completo y, como está viéndose ahora que al menos aguanta el tirón durante 60 minutos, contar con un mediocentro físico y de despliegue era clave para un proyecto al que además de los del VAR le faltan los puntos de Lerma.

Haberse ajustado mejor defensivamente, alinear de nuevo a los titulares de las bandas, sacarle brillo a Campaña y sumar para la causa el flujo de juego de Mayoral, pese a que eso ha supuesto perder a Roger por una reprochable gestión de todas las partes implicadas, son el resto de explicaciones objetivas para el rebrote que debe conducir al Levante a conseguir una permanencia que nunca debió peligrar y que aun así habrá que celebrar por lo alto.

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