El fútbol que nunca va a cambiar es el que nos sale de dentro. Me doy cuenta cada vez que estoy teletrabajando y la puerta se convierte en una portería. Marco la golpea sin piedad con una pelota de gomaespuma. Y encima le da por radiarse los partidos. Los primeros días me enfadaba. Los últimos ya no. Sigo sin concentrarme pero lo gestiono mejor. Sin vociferar lo que hago es bajar la tapa del ordenador, salir al pasillo y el que primero llega a diez gana. Pierdo, vuelvo levantar la tapa del ordenador, me pongo los airpods a toda castaña y mañana la revancha. En el fondo es nostalgia.

Los trueques y las cesiones

Estoy nostálgico por los tiempos en los que era a mí a quien reñían. Y aún más nostálgico por el escándalo de la redacción, cuando mandaba a todos callar para rematar las crónicas. Este silencio es ensordecedor y me tiene preocupado. Las calles van a llenarse antes que los estadios y la consecuencia de eso es que el fútbol que sí que va a cambiar es el otro, el que consumimos. Lo primero ha sido que los futbolistas se bajen el sueldo y lo siguiente va a ser que las 11 jornadas que faltan se jueguen a puerta cerrada. Si es que se juegan. Después vendrán los calendarios extraños y los mercados de fichajes sin fichajes. En las crisis siempre hay espabilados que aprovechan para hacerse de oro pero la burbuja ha estallado. Volverán los trueques, las cesiones y una fase de contracción que puede afectar de lleno tanto al Valencia como a Ferran, cuya negociación entra en una nueva dimensión. Entre el Borussia y la Covid no duermo.

Los fichajes del Levante

Tampoco se salva de la incertidumbre el Levante, cuyos planes pasaban por tirar de talonario con el central y el delantero. Tras confirmarse el acuerdo para evitar el ERTE nadie en su sano de juicio puede estar pensando ahora mismo en traspasos. Y eso que por ahí había mucho trabajo adelantado. El fichaje de Son, si a Paco López le apaña, no implica riesgo. Y el de Malsa es un puntazo. Quien ha visto fútbol de Segunda sabe que ese jugador está para Primera. Luego explotará o se pinchará, pero había que ficharlo. Buena gestión esa y la de haber hecho todo lo posible para no tocarle el sueldo a nadie. En especial el de los que menos cobran que son siempre quienes más lo necesitan.

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