El Valencia ha vuelto a la casilla de salida y ahí sigue. Arranca incluso desde más atrás. Hace dos años no quedaban humeantes rescoldos de un proyecto deportivo campeón. Tampoco había pandemia. Y al lado de la de ahora, la ya controvertida gestión de la que se venía hasta la querríamos de vuelta. Al menos para que desembocara en el punto de inflexión de Alemany, un ejecutivo al que el tiempo sigue haciendo mejor de lo que fue. Con este panorama, que Mestalla siga vacío es lo mejor que le ha pasado a Meriton. Sin embargo, aunque las gradas desiertas son un chaleco de acero, la del silencio es para el caso que nos ocupa la más pobre de las estrategias.

Una de las demasiadas cosas en las que se empecinan Lim como dueño y Murthy en su papel de embajador es en no escuchar ni querer enterarse de las protestas. A estas alturas no va a cambiar, pero en lugar de basurear comunicados y auto-entrevistas en Singapur, una falta de respeto más, la solución está en dar explicaciones a los aficionados y no en invitarlos, otra vez, a que se ocupen de sus asuntos. Hay problemas tan visibles y preocupantes como la lentitud en los fichajes o los plazos para la ATE que no van evaporarse por dejar de hablar de ellos. Sin transparencia jamás habrá normalidad, ni nueva ni vieja. Así que ojalá con Gracia se empiece a salir de la crisis deportiva, pero incluso aunque la tensión haya bajado cuando Mestalla vuelva a llenarse, con resultados no va a haber suficiente para la luz institucional.

La cesión de Pepelu

Sorprende el lío con Pepelu por la falta de naturalidad con la que se ha abordado. Sin contar a Pablo Martínez, un avión con ficha del filial, lo que se le dijo hace dos viernes es que tiene a tres mediocentros defensivos por delante. Es decir, que si se queda va a jugar menos que los suplentes de Oliver y Benji. Las opiniones son libres, tengan o no fundamento, y cada uno tiene la suya. Pero aquí la que vale es la de Paco López, quien lo entrena y quien tiene que ponerlo. Pepelu es un proyecto magnífico de futbolista con el valor añadido de ser de la casa y lo que sería de juzgado de guardia es perder el control sobre su futuro por una opción de compra irrisoria. Visto lo visto, la mejor salida sería una cesión en Segunda, como en su día con Morales o Rubén, pero aun así la del Vitoria es una alternativa de mayor exigencia que el Tondela, con el que no le ha alcanzado para volver a la sub-21 ni recibir mejores ofertas. Y eso que por trabajo y proyección se las merece. Hay que asumir, aunque sea impopular, que si el club crece, para los canteranos el camino también se empina.

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