Fiesta mayor de Barcelona

Al menos 12 detenidos en la primera noche de botellón en la fiesta de la Mercè de Barcelona

Los detenidos están acusados de robos, hurtos y peleas en la calle entre la medianoche y las cuatro de la mañana

Ferran Dalmau

La primera gran madrugada del botellón de La Mercè, esta noche de viernes, ha acabado con al menos 12 detenidos en la zona del nuevo escenario en lla calle Menéndez y Pelayo, en Zona Universitaria, según ha podido saber EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, del Grupo Prensa Ibérica. Los detenidos están acusados de robos, hurtos y peleas en la calle entre la medianoche y las cuatro de la mañana.

Tras años ocupando la plaza de Espanya, los disturbios se han movido esta edición al nuevo escenario que sustituye al de Reina Maria Cristina. Al terminar los conciertos, el personal de seguridad y control de acceso ha alertado a los Mossos y a la Guardia Urbana de que se estaban produciendo algunas peleas y robos de móviles y carteras. Se han producido al menos 11 detenciones en un inicio y más tarde este diario ha sido testigo de la 12ª. 

Entre Bogatell y el Camp Nou

No obstante y, a diferencia de las ediciones anteriores, la noche ha transcurrido sin delitos de sangre. En las últimas Mercè se registraron apuñalamientos durante la noche. Además, en esta ocasión, la multitud se ha repartido entre Bogatell y el entorno del Camp Nou.

En las cercanías del estadio azulgrana, se ha visto hoy algún recuerdo de aquellas noches trágicas. En plaza de Espanya y Reina Maria Cristina reinó el caos: masificación, peleas y pillaje. En esta ocasión, se ha diluido, ante el atento ojo del personal de seguridad, de limpieza y la Guardia Urbana. “Cuánta poli”, decía al inicio de la noche un chico. “Ponerme a beber aquí delante de ellos -ha dicho señalando un binomio de policías- no lo veo”.

A algunos otros el ya conocido ambiente de botellón de La Mercè cada vez les echa más atrás, y no han querido esperar a ver qué se cocía. El año pasado, Mateo, de 22 años, respondía a este diario que lo que le gustaba de la fiesta mayor de Barcelona era poder “socializar” con mucha gente. En esta edición no vendrá. “No me gusta el ambiente de los últimos tiempos. No quiero estar intranquilo cuando voy de fiesta”. Sus palabras se entienden mejor con contexto: el año pasado murió un joven de 25 años apuñalado. 

Fiesta particular

Otros ya lo han olvidado, o salen pese a ello. En el césped que marca la entrada a la Facultad de Química de la UB, unos jóvenes han mezclado productos para conseguir dos botellas de ron con cola. Beben y fuman, y de sus soplidos se desprende un olor que hubiera gustado a Bob Marley. “Estamos más relajados, y no hacemos daño a nadie”, dicen en referencia al año pasado.

Justo antes del inicio de los disturbios, unos metros más abajo, cerca de las pistas polideportivas Arístides Maillol, otro grupo ha montado una fiesta particular con su propio altavoz. Estos eran más de cerveza. Los bafles por los que sonaba hip-hop al aire luchaban contra lo imposible: a 50 metros se concentraban centenares de personas que vibraban con Abraham Mateo. Un coche de policía les observaba de lejos. Se acercaba un poco. Giraba. Se iba. Los agentes estaban y se dejaban notar. 

Robo con agresión

Entre la multitud también había personas de la organización, con peto naranja de una empresa externa de control de acceso. Se encontraban en cada esquina que conducía a un espacio no habilitado, como por ejemplo, un párking. A la vez, un equipo de limpieza iba recogiendo la basura.

Cuando pasada la medianoche ha habido algunos disturbios, la reacción ha sido rápida con el fin de frenar la escalada. Antes de las cuatro de la mañana ya se desalojaba por completo la zona. Uno de los robos ha derivado en agresión: un grupo de jóvenes ha intentado robar a un chico, y otro grupo ha acudido en su defensa, según ha explicado una persona de la organización a este diario. En una breve pelea, uno de ellos ha recibido un golpe y el servicio de emergencias ha atendido a la víctima, que presentaba un pequeño corte en la ceja. Durante la noche se han reportado también a la policía otras dos agresiones, que los agentes no han podido confirmar.

“Suerte que no es lo que era allí”, decía un chico en referencia a la plaza de Espanya. “Pues para mí se echa en falta más ambiente, hermano”, replicaba su amigo antes de los hechos. En ese momento, volvía a asomar en la conversación, como si hubiera oído la réplica, un furgón de la Guardia Urbana. A su paso, la gente se apartaba, escondiendo un poco el vaso y dejando libre la calzada de la calle Martí i Franquès. La ubicación ha sido clave para mantener la seguridad: el recinto impide el desmadre de otras ediciones, pues no hay tiendas cerca, y los edificios universitarios están perimetrados.