Maxi Gómez simboliza el problema ofensivo

Apenas tres disparos a puerta en dos partidos es el pobre bagaje que suma el Valencia a nivel ofensivo. El equipo, que genera peligro y propone, está teniendo muchas dificultades para ser profundo y materializar sus acercamientos en acciones de remate entre palos. El máximo exponente de este problema volvió a ser un Maxi Gómez que naufragó en medio de un contexto complicado: en la rampa de salida, pero participando activamente por la falta de efectivos que tiene el equipo en ataque. Entró en la segunda mitad contra el Girona y tuvo muchos minutos en San Mamés, donde su actuación estuvo muy lejos del nivel requerido. 

El uruguayo saltó al campo por Hugo Duro, único delantero con un puesto garantizado en la plantilla, cuando el madrileño se lesionó y tuvo por delante 74 minutos para demostrar, pero su papel fue muy discreto.

Maxi intentó hacer muchas cosas contrarias a su naturaleza como delantero, un problema que lleva arrastrando las últimas temporadas. El ‘9’ es un punta más hábil en el cuerpeo y tratando de hacerse un hueco en la zona de castigo para rematar que ofreciendo soluciones fuera del área, a pesar de ello trató de tirar algún regate, cambiar el sentido del juego o asociarse en corto, todo ello sin éxito como es habitual por su propio repertorio de virtudes y defectos. 44 por cien de acierto en el pase (cuatro de nueve, menos de la mitad), cero por cien de acierto en los envíos en largo tratando de hacer dos cambios de orientación, siete pérdidas de la posesión, cero por cien de acierto en regates y ningún remate conectado entre palos según los datos de Sofascore. 

En el tramo final convivió con un Marcos André que en poco tiempo generó dos ocasiones. El club, en todo caso, prefiere sacarlos a los dos de la plantilla y poder fichar otro delantero que ofrezca más garantías de éxito y capacidad de generar goles. 

El Valencia se topa con el palo en el último suspiro y se marcha de vacío (1-0)