Fede es puro genio. El argentino está en un momento de arrebato. Su ímpetu se ha convertido en un valor esencial en el engranaje del equipo de Pizzi. El zurdo lleva un mes especialmente fino. Está rápido. Encara, desequilibra e intenta el uno contra uno. La mezcla de esas habilidades lo ha convertido en una pesadilla para los oponentes del Valencia. Los marcadores sufren, saben que no pueden dejarle arrancar y en muchas ocasiones la única forma de frenar su estallido es empleándose con violencia. Le agarran, le enciman con vehemencia, empujan y cuando eso no es suficiente: le sacuden. Directamente están trituraránlo. Los tobillos de Fede se ha transformado en carnada para los tiburones. Los golpes recibidos en las últimas semanas le han convertido en un fijo en la camilla de los fisioterapeutas.

Las secuelas del partido frente al Villarreal en su tobillo izquierdo son escalofriantes. Los zagueros del amarillos le sacudieron muy duro. «Al filo del descanso me hicieron una entrada muy dura y eso me condicionó para el resto del partido… me dejó el tobillo hinchado», recuerda. Cartabia aguantó y terminó el encuentro dolorido. El mediapunta aprovechó el día libre de la plantilla para pasar por ‘chapa y pintura’. Estuvo tratándose en la Ciudad Deportiva de Paterna —mañana y tarde— con la intención de ayudar al equipo en Almería.

Cacería implacable

Fede nunca lo ha tenido fácil. Con 21 años se ha abierto paso en un equipo de la exigencia del Valencia, sabe de donde viene y hacia donde va. No se arruga. Es consciente de que su naturaleza vertical es un plus: «Intento aprovecharlo. Unas veces me equivoco y otras me sale bien, pero intento hacer siempre lo mejor para el equipo». El zurdo se atreve, quiere el balón y no se raja. «La personalidad es lo más fuerte que tengo, no voy a cambiar. Pretendo ser el mismo de siempre, quiero jugar como en el patio de mi casa y eso es lo que busco hacer aquí también», asegura el argentino, que no pierde el puntito pendenciero que lo distingue. Es todo frescura.

Cartabia es el jugador del Valencia que más faltas sufre por partido jugado (2.6), por delante de Parejo. En la Liga BBVA, sólo Diego Costa, Rafinha, Vela y Neymar provocan más faltas. Jugadores como Cristiano o Messi están por detrás. El domingo descosió la banda derecha del Villarreal. Con Jaume Costa fuera de sitio (las bajas obligaron a Marcelino a colocar al lateral izquierdo por la derecha), Fede intuyó rápido por donde podría hacer daño a los amarillos. En su primer eslalon dejó claras sus intenciones. Jaume fue al suelo con la para pararlo, pero no encontró el balón. La acción fue a un palmo del área, pero Pérez Montero no pitó nada. «En el momento no supe si fue fuera o dentro, pero falta era seguro», asegura. Los palos no terminaron ahí. Fede provocó la falta que dio origen al segundo gol. Esa patada fue la que estuvo cerca de dejarlo KO. El árbitro permitió demasiado. No amonestó a su marcador y eso abrió la barra libre de las patadas.

La mejoría en los últimos partidos es fruto del trabajo diario. La confianza y el apoyo de Pizzi también está siendo esencial. El Lagarto fue el encargado de traerlo a Valencia y su figura es importante pero ahora se lo gana todo «entrenando y jugando». Ahora desborda, marca goles importantes, ofrece pases de gol decisivos y juega para el equipo… con un matiz. «Se ha dicho que era muy chupón y es mentira. Ahora soy el mismo de siempre». En este último tramo de la temporada, el zurdo ha sido determinante ante el Ludogorets y consiguió atormentar a Ernesto Valverde, que tuvo que sustituir a De Marcos por Iraola en mitad de la batalla de Mestalla. Se fueron con amarilla, pero rozaron la roja. Los dos futbolistas del Athletic se emplearon con una agresividad que de haberla sufrido cualquier jugador de Madrid o Barça el grito se hubiera puesto en el cielo. Si la máxima es proteger a los jugones, Fede es uno de ellos.