El fútbol siempre da una segunda oportunidad y el Valencia CF tiene este domingo hasta siete razones para salir con ganas de complicarle la vida al Barça, que por primera vez en toda la Liga ve peligrar el título apenas unos días después de quedarse sin el soñado Triplete con la derrota en el Calderón. No deja de ser curioso que ahora las dudas las tenga el Barcelona y sea el Valencia el que llega reforzado al partido del Camp Nou, después de una victoria frente al Sevilla que ha de dar confianza y alejar la ansiedad. Permite al equipo der Pako Ayestaran salir a jugar este partido sin la amenaza de verse peligrosamente cerca de la línea roja. La presión hoy la tienen ellos, es momento para saber jugar con este factor y demostrar que el Valencia está vivo a pesar de todas las circunstancias que han degenerado en esta campaña decepcionante.

Una victoria, además de una alegría inesperada a estas alturas, es la permanencia casi matemática. Serán, en el peor de los casos que sería perder, ocho puntos por encima del puesto 18º que marca el descenso, con sólo cinco partidos —los dos primeros frente a un Eibar ya salvado y el Getafe casi descendido— por delante para alcanzar un objetivo que está muy lejos del que este Valencia tenía de partida, pero es lo que hay y cuanto antes mejor para cerrar esta temporada mal planteada, decepcionante, que tuvo su episodio más funesto precisamente en este mismo escenario, donde el equipo entonces dirigido por Neville fue vapuleado y humillado por el Barcelona.

La revancha

La llegada de Pako Ayestaran al Valencia CF fue precisamente una de las consecuencias de aquel ridículo histórico del Camp Nou en una semifinal de la Copa, una de las derrotas más humillantes de las últimas décadas que hoy, dos meses y medio después, este entrenador y estos mismos jugadores tienen oportunidad de vengar. Es una deuda con los aficionados, con todo el valencianismo, con los que en medio de tanto despropósito se hicieron fuertes frente al Sevilla, llenaron Mestalla y animaron al equipo hasta llevarlo a la victoria.

Lo ocurrido la noche del 3 de febrero da de sobra para armarse de razones y ofrecer lo mejor de sí. Difícil de olvidar la for

ma en que se ensañó el Barcelona con un equipo que además jugaba con diez toda la segunda parte por un penalti y una expulsión de Mustafi que se inventó el árbitro. La imagen de Neymar provocando con sus chulerías a unos jugadores rotos y humillados cuando perdían por cinco, por seis, por siete goles... El dolor de miles de valencianistas. No es que el Valencia esté para tirar cohetes, la clasificación pone a cada uno de los contendientes en su sitio, pero si hay alguna oportunidad de meterle mano a este Barça, en el peor momento anímico de la temporada y en los peores registros de su estrella Leo Messi en mucho tiempo, el instinto dice que no hay que dejarla pasar. ¿Y si nos damos una alegría?