No fue tan agónico como cuando Diakhaby marcó in extremis, encima en plena pañolada. Sin embargo, igual que hace un año, el Valencia CF sudó la gota gorda para empatarle al Sevilla en casa. Tan sumamente forzado, tocando ya a rebato, que el gol tuvo que marcarlo uno de los que continuaban por estrenarse. En ausencia de soluciones al juego, incluso teniendoen el campo a un experto planeador como es Maxi, un balón parado que Parejo le puso en la cabeza a Sobrino fue el argumento, el único, con el que recuperarle el hilo a un partido que estaba a punto de agotarse y que parecía casi perdido.

Solo entonces, en la efervescencia del gol, fue cuando el ambiente se inflamó fuera y dentro. Mestalla, que había sonado más a desespero que a castigo, cambió silbidos por soplidos hacia el área del pintón Vaclick. Último resquicio a la esperanza, aunque con fuegos artificiales al fin y al cabo. Tan cierto es que se podía haber ganado, gracias a la racanería del Sevilla, como que durante muchos minutos los de Celades. Desnortados a expensas de que el Ocampos de turno los tumbara con otro gancho como el que les lanzó a la mandíbula antes del descanso. Encima en el descuento, para dejarlos groguis.

El Valencia continúa sin carburar y tampoco es noticia que Celades, como para darse con un canto por el empate, tampoco fuese capaz de ponerlo a punto a tiempo. Aunque ya se sabía de sobra desde Lille y Pamplona, para los rivales resulta demasiado sencillo desnudarle las carencias. Lo hizo el Sevilla, al que sin necesidad de apretar el acelerador le bastó con aguantar el tímido tirón del principio para hacer camino. Lopetegui, que tampoco necesitó leer los posos del café, volvió a fiarlo todo a los descuelgues del Chicharito, que casi arruina con su presión las aspiraciones de Paulista con el seleccionador en la grada. Más allá del empuje, sin embargo, el mexicano no es tan diferencial como el carril que forman Ocampos y Navas, si bien entre Gayá y Soler mantuvieron el tipo.

Y es que el del gol, una negligencia defensiva, fue el primer disparo entre palos de un Sevilla que aun llegando inquietaba lo justo. Ocampos, que lleva seis goles en los últimos ocho partidos, se quedó totalmente suelto en el área para que Fernando lo habilitara. Cillessen, inédito hasta entonces, siguió estándolo tras hincar la rodilla y apartar el pie para que el disparo lo traspasara. En todas las líneas, y de manera especial en la portería, hay mucho margen de mejora.

Pese a ser más bonito que bueno, por contra Vaclick sí que respondió tras el descanso a lo que habría sido el empate en la única jugada de peligro que el Valencia CF fue capaz de trenzar. Cómo no, con la firma contestataria de Maxi y un remate mordido que se iba para adentro. Fue la única acción de peligro real, ya que en el fuera de juego de Vallejo, el primer recurso del que Celades echó mano de motu proprio, no hubo discusión ni esperanza de VAR. En plena cuesta abajo, con todo el patrón por definir, las posibilidades de empate pasaban por colgar balones y fiarlo todo al pie de Parejo, mejor esta vez con el balón quieto que rodando por el césped. Los centrocampistas del Sevilla, con Banega en la garganta, imprimieron un ritmo mortecino que con 0-1 sonaba a marcha fúnebre.

El aroma de funeral que durante muchos minutos invadió el ambiente se destapó, curiosamente, con un lance que sobre el papel a quien más debería haber afectado es al Sevilla por la pérdida. A Escudero, directo al hospital, lo estuvieron atendiendo las asistencias un rato que se hizo eterno. Especialmente para un Valencia CF que bajó las pulsaciones en exceso. Lo que faltaba. La buena presión con la que estaba ahogando la salida del Sevilla, que ya había pasado por ese trago en su primera media hora ante el Levante, desapareció de golpe y porrazo. Y con él la iniciativa de un equipo falto de un espaldarazo para estabilizarse y apuntar bien al área.

De la asociación de Ferran y Kang-In, la cúspide del mejor rato hasta el gol de Sobrino, se pasó a un juego plomizo. De la profundidad de los extremos a la pose estática de Wass en fase ofensiva. Y del accidente de Escudero al auténtico punto negro que son las lesiones de Coquelin, quien se apeó del partido cuando todo empezaba a pintar mal. Kondogbia, que encima entró frío, se sumó al repliegue de posiciones y a la desconcentración general. Con el guión de otras veces, la tragedia empezaba a mascarse mientras que Del Cerro, para más inri, ponía de su parte con amarillas a diestro y siniestro. En un abrir y cerrar de ojos sacó tres y no era ninguna, la que menos la de Soler. Sin embargo, más allá de las externas, lo que se demostró este miércoles en Mestalla es que hay adversidades que es el propio Valencia CF quien se las genera. Demasiados errores no forzados con los que se mete en líos de los que se las ve y se las desea para salir.

Ficha técnica:

1 - Valencia: Cillessen, Wass, Garay, Paulista, Gayá, Coquelin (Kondogbia, m.40), Parejo, Soler (Manu Vallejo, m.58), Ferran, Kang In (Sobrino, m.69) y Maxi Gómez.

1 - Sevilla: Vaclík, Jesús Navas, Koundé, Diego Carlos, Escudero (Gudelj, m.28), Jordán, Fernando, Banega (F.Vázquez, m.22), Óliver Torres, Ocampos y Chicharito (Munir, m.84).

Goles: 0-1, m.47+: Ocampos. 1-1, m.80: Sobrino.

Árbitro: Del Cerro Grande (Comité madrileño). Mostró tarjeta amarilla a los valencianistas Ferran (m.47+), Soler (m.50+), Kondogbia (m.51+), Garay (m.52), Paulista (m.67), Parejo (m.80) y Jaume Costa, que estaba en el banquillo (m.86) y a los sevillistas Ocampos (m.46+) y Diego Carlos (m.74).

Incidencias: partido de la undécima jornada de LaLiga Santander disputado en el estadio de Mestalla ante 37.881 espectadores.