A punto de cumplirse una vuelta liguera desde el sorprendente despido de Marcelino García Toral, sucedido el pasado 11 de septiembre, el Valencia CF vuelve este domingo a enfrentarse al RCD Mallorca. El testigo directo de la última aparición del entrenador asturiano al frente de un equipo valencianista al que condujo por dos temporadas consecutivas a la disputa de la Liga de Campeones.

El domingo 1 de septiembre los blanquinegros ganaron en Mestalla al conjunto bermellón con dos goles desde el punto de penalti de Dani Parejo. El técnico, la plantilla, el balear Mateu Alemany -por entonces director general hasta entrado el mes de noviembre- y los aficionados confiaron en que aquel triunfo sirviese para limar asperas diferencias con la propiedad. En las primeras dos jornadas de Liga el Valencia perdió dos puntos en casa con el empate in extremis de Oyarzabal para la Real Sociedad, y tres en Vigo cayendo a manos del Celta.

En la medianoche del lunes 2 el mercado cerró sus puertas con la buena noticia de la continuidad de Rodrigo Moreno después de que el Atlético de Madrid no consiguiera espacio en su Fair Play Financiero ni liquidez al no haber podido vender a Correa. En la rueda de prensa posterior al Valencia-Mallorca, Marcelino parecía asumir ya la disminución de poder, tanto de Mateu Alemany como suya, en las decisiones deportivas del proyecto. «El bien del Valencia es mi propio bien. No planteé un pulso a nadie. Ni quiero ni puedo», dijo en referencia a los puntos de fricción que existieron con Peter Lim en cuestiones como el futuro de Rodrigo y Diakhaby, los intentos por su parte de reforzar la media con Rafinha o Denis Suárez o las opiniones distintas sobre el espacio en la plantilla de Kang In y Ferran Torres. «Creo que da igual lo que pida, la situación será la que será. Trabajaremos como hasta ahora para hacer un Valencia mejor. Esa es la predisposición de los profesionales», añadió el entrenador gijonés.

En los días que siguieron a la victoria sobre el Mallorca, merced a las dos penas máximas provocadas por un extraordinario Coquelin, sobrevino una aparente normalidad. El capitán, Dani Parejo, reafirmó con sus declaraciones postpartido la conclusión a la que había llegado el vestuario a principios de esa semana. «Ante los problemas sólo podemos ayudar sacando cada partido adelante y sumando de tres en tres». La competición de clubes se detuvo por los compromisos internacionales de selecciones y no volvería a activarse hasta la visita al Camp Nou del sábado 14. Entre medias, se sucedieron jornadas en las que la herida nunca se cerró y, a sólo tres días del duelo en Barcelona, sangró sin remedio con el cese fulminante y por sorpresa del entrenador.

El cuerpo técnico y los jugadores algo pudieron intuir con el viaje exprés de Anil Murthy a Singapur, sin Alemany; aunque nadie les informó de nada. Los futbolistas se enteraron del despido de su míster durante dos años por la prensa el día de autos. Igual que Marcelino, horas antes de que Albert Celades se plantase en València en tren ese mismo 11 de septiembre para dirigir al grupo por la tarde. Las caras largas del equipo reflejaban un profundo malestar, así como la ley del silencio ejercida hasta el martes 17 en Londres tras reunirse en las horas previas con el presidente. «El club está por encima de todo. Estamos a muerte con Celades», indicó Parejo, mostrando la profesionalidad de los campeones de Copa.

Precisamente, el título fue el «detonante» de su despido, según Marcelino en la rueda de prensa que dio el viernes 13. «La afición siempre estará en mi corazón», declaró el ex técnico en su reencuentro con Mestalla al visitar la Asociación del Pequeño Accionista en noviembre.