La plantilla del Valencia CF organizó una cena de equipo en la noche del martes con el objetivo de hacer piña y conjurarse para los dos exigentes partidos que tiene por delante contra el Atlético de Madrid en Laliga y la Atalanta en los octavos de final de la Champions League. Los jugadores son conscientes de que en los momentos difíciles, como el que atraviesa ahora el equipo, hay que estar más juntos que nunca. Por eso, decidieron por voluntad propia reunirse en un ambiente distendido lejos del fútbol para hacer grupo y reforzar la idea de "familia".

La cena se celebró en un restaurante de la Calle Conde Altea y contó con la presencia exclusivamente de jugadores a diferencia de la de Navidad a la que asistió el cuerpo técnico, médicos, fisios y utilleros. Esta vez el único que faltó a la cita fue el lesionado Ezequiel Garay. Hasta Rodrigo Moreno acudió a su llegada de la clínica del Doctor Cugat en Barcelona. La sensación en el grupo es que este equipo ha sabido sobreponerse a las adversidades durante las últimas temporadas y que ha llegado el momento de volver a levantarse desde la unidad dentro y fuera del campo. Las sensaciones en el campo no fueron buenas en Getafe, la eliminación de la Copa del Rey dolió mucho, pero el vestuario sigue creyendo en su capacidad de reacción.

Una idea sale reforzada de la cena: el equipo sabe que es capaz de ganar a cualquiera si recupera las señas de identidad perdidas y hay tiempo para todo. El propio Rodrigo ya recordó a la finalización del partido del Coliseum que la temporada pasada llegaron a estar trece puntos por debajo de la Champions. La plantilla cree, no ha perdido la confianza en sí misma, pero asume que solo alcanzarán los objetivos si se comportan como un EQUIPO dentro del campo...y fuera. Es el único camino para recuperar la versión más competitiva del equipo.