Es un deporte especial. Casi una forma de vida. Te engatusa y te enamora de una forma absoluta casi sin darte cuenta. Y es irrenunciable. Yo ando todos estos días encerrado en casa y dándole vueltas a las redes sociales y en todas se suceden los recuerdos de un Valencia CF glorioso e importante. El fútbol es irrenunciable. Vive aquí, está aquí, nos acompaña de una manera sutil casi sin darnos cuenta y rememoramos las hazañas durante todos estos días donde nuestro deporte rey permanece encerrado y a cobijo del virus que arrasa con todo.

Una de Facebook

Y yo soy un amante de las redes sociales a las que me aficioné hace muy poquitos años, e incluso me pillan algo mayor de años, pero encuentro irrenunciable todos estos días de parón obligatorio darme una vuelta por las redes y rememorar junto a los compañeros que sí escriben del pasado glorioso del Valencia CF alguna de esas gestas que parecen ya olvidadas, pero que permanecen algo ocultas en nuestra memoria a la espera de que alguien nos las recuerde y nos haga soñar un poco con ese Valencia CF triunfante al que todos queremos con locura.

Ser del Valencia CF

Y oigan, yo soy del Valencia CF desde mi más tierna infancia y en estos momentos de parón obligatorio no puedo dejar de rebobinar en mi mente acciones del pasado reciente con ese Valencia CF subcampeón de la Champions así a lo bestia y con esa serie de nombres que un buen valencianista no podrá olvidar en toda su vida. Los Cañizares, Ayala, Albelda, Vicente, Baraja, Angulo y tantos otros les puedes caer bien, mal o regular, pero eso en estos momentos es secundario. La grandeza del fútbol actual con sus recuerdos y yo y muchos de nosotros hemos vivido hace nada al mejor Valencia posiblemente de la historia, y eso ya es mucho.

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