Una maana, el cadver de un marinero es arrastrado por la marea hasta la orilla. Si no tuviese las manos atadas, Justo Castelo sera otro de los hijos del mar que encontr su tumba entre las aguas mientras faenaba. Pero el ocano nunca ha necesitado amarras para matar. Sin testigos ni rastro de la embarcacin del fallecido, el inspector Leo Caldas se sumerge en el ambiente marinero del pueblo y trata de esclarecer el crimen entre hombres y mujeres que se resisten a desvelar sus sospechas y que, cuando se deciden a hablar, apuntan en una direccin inesperada.