Herido en su orgullo por los malos resultados, las críticas y el regreso a la zona de descenso, el vestuario granota ha reaccionado. Lo ha hecho a tiempo de voltear la comprometida situación actual, del mismo modo que sucedió con el duelo copero. En 20 minutos, ante el Málaga, el Levante fue capaz de marcar tres goles y llevarse una alegría; ahora, en 20 jornadas que restan por disputar, toca amarrar la permanencia a partir de un discurso unívoco. Este quedó definido en la reunión que los jugadores, sin los técnicos presentes, mantuvieron durante 20 minutos antes del entrenamiento de ayer en Buñol.

La voz cantante la llevaron principalmente los dos primeros capitanes, Juanfran y David Navarro. Al final, el resto tuvieron la oportunidad de expresarse libremente; hubo varios que lo hicieron, aunque en el mismo sentido que el de Barona y el de Port de Sagunt. «Tenemos que jugar como sabemos; podemos hacer muchas más cosas sobre el campo», destacaron todos, quienes coincidieron que el arreón final del martes ha adquirido un cariz liberatorio para el vestuario. «No somos peores que Córdoba, Granada o Elche», en alusión a los rivales más directos en la tablam se dijo durante la charla, que había tenido su particular prólogo horas antes.

Recién acabado el partido ante el Málaga, Juanfran reunió sobre el césped a los jugadores que lo habían terminado e improvisó una piña para hacer un llamamiento con vistas a lo que queda de temporada más que para festejar el 3-2. Los presentes no forman parte de la actual columna vertebral de Alcaraz, empezando por el capitán, pero este recalcó que pese a su previsible falta de minutos de ahora en adelante (una vez el Levante está apeado de la Copa) tienen que cerrar filas alrededor de sus compañeros.

«Nada de egoísmos e invidualismos, porque el bien del grupo es también el bien de cada uno», se recordó en el cónclave de ayer en Buñol, donde se expuso igualmente la importancia de mantener una buena convivencia y la máxima solidaridad posible en el día a día de aquí a final de temporada. El ejemplo del Levante de Luis García, que había empezado la segunda vuelta con 15 puntos y se salvó gracias a la unión colectiva, salió a la palestra. Atrás, por tanto, deberían quedar las rencillas personales que puedan haber surgido por la tensión lógica de la actual crisis de resultados.

En el alambre hasta el final

El discurso de los jugadores coincide con el que ha querido transmitirles Alcaraz desde el partido ante el Calderón. A raíz del empujón del segundo tiempo ante el Atleti, el técnico animó a los suyos a «atreverse». También ha destacado, tanto en la caseta como en rueda de prensa, que los granotas estarán inmersos en la lucha por la permanencia hasta las últimas jornadas. Ayer, esta idea se reforzó con la lógica expuesta por los resultados, propios y ajenos, más recientes: «cualquier triunfo nos puede sacar del descenso; cualquier derrota, meternos otra vez», se resumió.