El sábado hay que ganar en casa del Mallorca «sí o sí». Ese es el mensaje que Unai Emery está repitiendo machaconamente estos días en el vestuario, por mucho que el trascendental choque en Leverkusen esté a la vuelta de la esquina. El técnico prioriza ahora mismo la visita a Palma, y de ahí que pida intensidad y máxima concentración en cada acción, de palabra y sobre todo de obra. La doble sesión de ayer es el mejor ejemplo.

No es que se tratara de entrenamientos especialmente largos, ni el de la mañana ni el de la tarde. Pero sí bastante concentrados. En la hora justita que duró el primero, al técnico blanquinegro le dio tiempo a realizar varios ejercicios con balón y a recetar una pequeña paliza física a sus jugadores, con carreras en la rampa incluidas. Algo menos de 90 minutos gastó para la sesión de la tarde, en la que trabajó distintos conceptos tácticos con vistas a sacarles partido contra los bermellones. Especialmente, en el apartado ofensivo.

El de Hondarribia está obsesionado en repartir más equitativamente las responsabilidades anotadoras, centradas en los goles de Soldado en el arranque de curso. Se notó, una vez más, en el despliegue de ejercicios vespertinos. Hizo que sus jugadores, cuyos movimientos seguía desde cerca, practicaran desbordes en el uno contra uno y pases al hueco un buen rato, antes de acabar con un partidillo.

El caso es que el discurso de Emery parece haber calado en la plantilla. A falta de la incorporación de los internacionales, las palabras de Canales así lo indican. «El Bayer importa; el Mallorca, también», expuso el cántabro en rueda de prensa.