Valverde reclamó un atacante con desborde, velocidad y verticalidad. El Txingurri activó una causa y ésta trajo una consecuencia: El arrebato de Juan Bernat en Riazor. Relación de causa y efecto. El joven canterano (Valencia, 1 de marzo de 1993), culminó el sábado su primer gran partido con el primer equipo. Ante Osasuna ya hizo chispa, pero ante el Depor su aparición causó furor. Desmontó a Manuel Pablo y puso la asistencia del gol que desató la remontada. Control, uno contra uno, bicicleta, cambio de ritmo y centro preciso en dirección al área. Una jugada que por un momento trajo a la memoria las acometidas de Vicente Rodríguez desde la banda izquierda. Para Bernat fue como completar una travesía para empezar otra. El xiquet que ingresó en las categorías inferiores con seis años, el nano que en infantiles quería ser como Vicentín, confirmó que merece un lugar. Se lo ha ganado por derecho propio. Por delante tiene toda una segunda vuelta para participar, seguir aprendiendo y asegurarse un dorsal en la plantilla de la próxima temporada.

Paso a paso. «Bernat es un chico con posibilidades, tiene algo especial. Ahora hay que protegerlo para que crezca y camine en la dirección adecuada», así lo explicá Robert Fernández, el exjugador del Valencia conoce bien las posibilidades de un futbolista que ha seguido desde cadetes. Robert lo vio en directo por primera vez en un partido en Xàtiva. Allí acudió citado por su representante „Vicente Forés de la empresa InterStar Deporte„ que le dijo: «Tengo un chico que quiero que veas». Entonces se le adivinaban condiciones, «las mismas que ahora ha potenciado: velocidad, desborde, dominio del balón». Es un jugador distinto y específico por sus cualidades naturales dentro de la plantilla, que puede servir para romper un partido cerrado. En Riazor, Valverde le pidió que abriera el campo, que entrara por banda e hiciera el campo grande. Cumplió.

La ilusión de Bernat siempre fue ser futbolista? del Valencia. Llegó al club con seis añitos y ahora va camino de los veinte. Sus padres lo apuntaron, llegó con su hermano Alejandro y otros amigos. Ha pasado por todas las categorías. «Empecé siendo prebenjamín de primer año, no había equipo federado, era un torneo social con el nombre de los jugadores del Valencia de entonces», recuerda el jugador. Bernat visitó ayer el programa Supermurciélago de Levante TV y rememoró algunas anécdotas de los 13 años que ha vivido como blanquinegro. Entonces como ahora jugagaba «pegadito a la cal, como Vicentín». Bernat siempre se fijó en él. Los dos zurdos, los dos extremos. Vicente era la estrella del momento, un futbolista de palabras mayores. Aunque también tuvo que empezar intentando arañar minutos al Kily González en la etapa de Héctor Cúper. Cada vez que salía mordía, encaraba e intentaba desbordar. Como Bernat ante Manuel Pablo. El defensa del Depor le dejó tiempo para controlar y espacio para coger velocidad. Dos malas decisiones ante un jugador que se crece en esas situaciones: «No tengo miedo a encarar, es lo que me gusta, mi gran cualidad».

Con la remontada de A Coruña caliente, Bernat confesaba, recién aterrizado en Manises a las cuatro de la madrugada, que su primer plan para el domingo era levantarse a la hora para estar a las 12 de mañana en el Mini viendo al filia frente a L´Hospitalet. Allí coincidió con Robert Ibáñez, extremo derecho del Mestalla y amigo con el que comenzó su andadura por las categorías inferiores blanquinegras. De esosprimeros años escasean los supervivientes, sólo el portero Adrián Lluna. «Han sido muchos años de madrugones, de partidos y de entrenamientos, de irme a recoger aquí o allá y tengo que agradecer todo ese esfuerzo a mis padres», recuerda el atacante. En casa repasa todos los partidos del Valencia con su padre para ver donde puede mejorar». Su aparición ha sido una bocanada de aire fresco dentro de un equipo necesitado de estímulos. Mestalla lo ha adoptado rápido. Es uno de los suyos. Bernat cuenta con el valor añadido del producto hecho en casa, del jugador de club, valenciano y cien por cien valencianista, desde la cuna. «Me hace ilusión el cariño de la afición, aunque no juego mucho, me apoyan».

La lógica de sus palabras vence a su timidez. Bernat ha hecho de la humildad, la constancia y el trabajo su bandera. «Tengo claro que no he hecho nada, seguró que vendrán momentos difíciles donde no jugaré y lo tendré que superar». Le ocurrió la temporada pasada. Después de su debut ante el Racing, Unai Emery lo cambió al descanso y sólo le dio bola en momentos aislados. «Había hecho la pretemporada dando el salto prácticamente del Juvenil y me vino bien tener que volver a ganarme un sitio en el filial», el jugador lo explica agradeciendo esa primera oportunidad a Emery. Su nombre estaba en las quienielas para salir cedido, primero en junio y ahora en invierno. Pero se queda. Agradece la confianza y quiere aprovechar la oportunidad.

El ejemplo de Jordi Alba

Bernat es consciente de que jugar en un equipo grande como el Valencia no es sencillo. Su compañero de habitación en las concentraciones es Guaita, que antes de llegar tuvo que demostrar sus condiciones en el Recre. Lo mismo que Jordi Alba. Otro zurdo con el que le une una relación muy especial. Después del partido de Riazor, el lateral del Barça le mandó un mensaje de felicitación. Jordi también se marchó cedido al Nàstic y tras volver como mejor interior de Segunda también le costó jugar con regularidad. Esta temporada luce el primer dorsal de Jordi, el 28. Una señal. Bernat ha llegado y no quiere ser flor de un día: «Ahora el reto es mantenerme». Le ha costado, pero su insistencia y trabajo han valido la pena. «Debe madurar y tiene que ser una esponja, llevarse lo bueno y apartar lo malo, entrenar bien y llevar una vida ordenada, porque tiene condiones». Hay futbolista. Palabra de Robert.