Para calibrar el tonelaje de un entrenador hay que juzgar sus obras y las actuaciones concretas. El criterio de verificación son los hechos. Hay que examinar cómo viven y como actúan, pero también es importante escuchar sus palabras para construir una imagen completa. En el caso concreto de Nuno Espírito Santo su discurso reproduce su identidad con rigurosidad. El entrenador portugués no es un personaje de palabras grandilocuentes o apariencia deslumbrante, habla alto y claro. «Es un buen estratega, pero tiene un carácter fuerte», aseguran desde Portugal.

Nuno es un tipo estricto, casi implacable. En dos temporadas al frente del Rio Ave ha tenido polémicas con árbitros y rivales. Tampoco ha hecho muchos amigos en la prensa. Otra cuestión bien diferente ha sido su relación con la afición y los jugadores. En su despedida fue homenajeado con cánticos y manteado por la plantilla. «Es un tipo directo, excéntrico... Con un punto de genio», relatan quienes han seguido su trayectoria en Vila do Conde. Nuno se ha ganado el respeto de todos por trabajo, personalidad, liderazgo y capacidad para preparar los partidos. No deja nada al azar.

Su carácter se proyecta de forma determinante también en la sala de prensa y en el modelo de dirección que desarrolla en los entrenamientos. Espírito Santo es un animal de vestuario, protege a su plantilla, pero les exige en el trabajo diario e intenta llevarlos al límite buscando un punto de rendimiento máximo en el apartado táctico, técnico, físico y también en el mental. La respuesta: Sus jugadores juegan y matan después por él. «Son capaces de chocar contra un muro si él se lo pide», cuentan. Nuno no se arruga ante nadie y esa personalidad la traspasa a su equipo. Está marcado por su paso por un club ganador como el Oporto y no entiende el fútbol de otra manera.

Tras su experiencia como adjunto de Jesualdo Ferreira en Málaga y Panathinaikos, Nuno arrancó su carrera como primer entrenador asumiendo la dirección del Rio Ave, un club que hace dos temporadas pasaba por una fase de gran inestabilidad. No era un reto sencillo y ha cumplido haciendo historia. En su primera, peleó hasta el final por meterse en Europa —terminó sexto— y en la segunda clasificó al modesto club vilacondense para las finales de Taça y Taça da Liga. Las dos las perdió ante el Benfica.

«No soy quien lanzó a Mendes»

Con la ayuda de Jorge Mendes, Nuno consiguió construir un plantilla competitiva con el apoyo de tres o cuatro veteranos y un bloque de jugadores jóvenes llegados en su mayoría de la mano de Gestifute como Ukra, Filipe Augusto o Diego Lopes o Júlio Alves. Nuno protagonizó la primera operación de Mendes —lo llevó del Vitória Guimarâes al Dépor— y el vínculo se extiende hasta hoy: «Pasamos mucho tiempo junto y si podemos ayudarnos, ideal». Nuno no reconoce la relación, pero en una entrevista a O Jogo dejó clara su independencia a la hora de armar su equipo: «Todos los fichajes se someten a un proceso de observación y análisis; si te restringes a un único representante pierdes buenas oportunidades».