La polémica en torno a la lesión de Vicente se avivó nuevamente horas antes del viaje a Santander. Quien esta vez echó más leña al fuego fue Unai Emery, ya que, nada más enterarse en rueda de prensa de que el ´Xiquet´ había afirmado días antes que el técnico no tiene conocimientos médicos para hablar de sus dolencias, expuso abiertamente su intención de cantar las cuarenta al de Benicalap. El vasco, no en vano, se marchó visiblemente enojado a los vestuarios de la Ciudad Deportiva.

Una pregunta de un representante de un medio de comunicación, durante la habitual rueda de prensa pre-partido, fue el desencadenante del calentón del Hondarribia. El citado compañero recordó unas manifestaciones realizadas semanas atrás por el propio entrenador para cuestionar si ya sabe qué dolencia sufre el interior y cuánto tiempo va a permanecer todavía en el dique seco. «Si un jugador está molesto debe hablar conmigo y él no lo ha hecho», respondió Unai, ya a mitad camino entre la sorpresa y la indignación, en un primer momento.

Fue la insistencia del periodista la que acabó de torcer el gesto del vasco. Éste, que recalcó que lo que había querido afirmar en su día es que al internacional «se le estaban haciendo pruebas para saber exactamente qué le impedía entrenar», se mostró extrañado por la perseverancia del preguntador y llegó a pedirle al mismo que dijera si había sido Vicente quien le había transmitido su enfado personalmente. La respuesta que encontró el de Hondarribia es que el ´14´ hizo pública su crítica.

El técnico no pudo contenerse después de saber cómo y dónde había hablado el de Benicalap. «Para que lo sepáis. El jugador no tiene que utilizar nada; yo le voy a ayudar. Los médicos siguen haciéndole pruebas, buscando la solución; todos queremos que esté cuanto antes con el club», espetó Emery, quien zanjó momentáneamente la cuestión señalando que él no es «enemigo» de Vicente.

Lo cierto, pasara lo que pasara en los minutos posteriores, es que el vasco no quiso abandonar la compañía de la prensa si dejar clara su postura. Al concluir su comparecencia se acercó al periodista en cuestión para pedirle explicaciones. Fue en esa conversación cuando terminó de calentarse y llegó a la conclusión que debía leer la cartilla al jugador por abordar sus problemas fuera del vestuario.