«Esos locos bajitos que se incorporan con los ojos abiertos de par en par, sin respeto al horario ni a las costumbres y a los que, por su bien, hay que domesticar». A este paso aquella linda canción de Joan Manuel Serrat va a tener que sustituir al himno del Valencia antes y después de cada partido. Seguro que a Mestalla no le importaría después de ver otra exhibición de Villa, Silva, Mata y Pablo. Marcaron goles, regalaron asistencias y demostraron que pueden hacerlo tanto en Almería y Málaga como en casa. Para los cuatro ´xiconiuos´ la Champions es un juego de niños. La Liga no es de dos.

Mestalla les despidió con aplausos, pero seguro que muchos aficionados habrían bajado al césped para darles un abrazo y darles las gracias por el rato de buen fútbol que habían pasado. Son talentosos, son generosos, son carismáticos, son rápidos y... bajitos. Son los ´xiconiuos´ del Valencia. Villa, Silva, Mata y Pablo Hernández hicieron feliz al valencianismo con goles, asistencias y buen juego. A este paso los niños de la Comunitat no van a querer crecer. A este paso todos van a querer ser bajitos. Unos locos bajitos, como diría Serrat.

Había incertidumbre después de ver la remontada kafkiana del Slavia, pero aquellos minutos de desconcierto de Praga no viajaron junto a la expedición a Valencia. Se quedaron en tierras checas. El equipo recobró pronto su identidad de la mano de los bajitos. Villa, Silva, Mata y Pablo volvieron a juntarse y no esperaron mucho tiempo para hacer de las suyas. Sin necesidad de un juego fluido, los ´xiconiuos´ se encargaban de hacer el primero con polémica incluida. Silva busca a Villa,Villa no toca el balón para validar la posición de Mata y Mata resuelve el mano a mano con la frialdad que le caracteriza. Así de fácil. «Ya ha marcado Juanín. Ahora nos toca a nosotros», debieron pensar el resto. Hay tanta confianza en los cuatro que el equipo cayó en el error de dormirse mientras dormía el partido. Pero, allí estaban ellos para despertar al personal. Tan sólo había que buscarlos como más daño hacían, a la contra.

Albelda lo entendió y de sus botas salió un pase prefecto a Pablo que el castellonense convirtió en una plácida asistencia de gol para el Guaje. «Ahora te toca a ti, Pablito, Vamos a por otro, va». Dicho y hecho. Mata encontraba a Villa y éste se intercambiaba los papeles con Pablo. Asistencia y gol del castellonense. Lo mismo, pero al revés. «Ya te he devuelto. Hemos marcado los tres un gol. ¡Ahora falta el de Silva!», pensaban por dentro los bajitos. Se estaban divirtiendo y al mismo tiempo estaban haciendo feliz a una afición que los ha adoptado y los quiere. Ya nadie se acordaba del primer día de frío y del fuerte viento que ayer soplaba en Valencia. ¡Si hasta se quitaron algún gol ellos mismos por el afán de marcar más! Los bajitos estaban haciendo lo mismo que hicieron en Almería y Málaga y eso es precisamente lo que estaba esperando todo el valencianismo. Eso y que la pareja Dealbert-Navarro en el centro de la zaga continuara tan seria como en el último mes. Y sí, lo hicieron. La lástima fue que esta vez no pudieron acabar la portería a cero. El récord de imbatibilidad de César se iba por los aires, pero como él mismo decía, sólo le importaba mirar al marcador en el minuto noventa y darse cuenta de que el equipo iba ganando y de que iba a sumar tres nuevos puntos para luchar por la Champions y quien sabe si por algo más. Motivos para confiar en este equipo no faltan. El cacereño es un seguro bajo palos, el centro de la defensa se consolida cada día más, Albelda se multiplica a medida que acumula minutos, Banega mantiene su nivel de creación... y luego están ellos. Los locos. Los locos bajitos...