Un ejemplo de superación, sacrificio y lucha diaria. Esa es la historia de Diego Barrachina Vivar, un joven de 28 años de Castellón de la Plana cuya máxima pasión es el fútbol. Este aficionado no lo ha tenido fácil en la vida pero ha seguido adelante como un verdadero campeón. Y en el día anterior a Nochevieja, Diego cumplió un sueño. El futbolista del Valencia CF, Javi Fuego, paradigma de entrega y coraje en el terreno de juego, tuvo el gesto de conceder unos minutos en Vila-real al joven y regalarle una nueva camiseta a su prolífica colección. Un encuentro esperado y que Diego solicitó a través de carta porque el asturiano ha inspirado al joven aficionado en su lucha diaria.

Diego Barrachina tiene un 65% de discapacidad psíquica, con alteración de la conducta y pérdida de memoria. Y desde pequeño ha sufrido acoso escolar. «Cuando iba por la calle con mis amigos se aprovechaban de mí para que llamara a las casas. Después se iban corriendo y me dejaban solo», cuenta Diego en la misivia que envió a Javi Fuego. Allí le insultaban, se burlaban de él e incluso le rompían la mochila o su chaqueta. Un trato vejatorio del que intentaba huir escondiéndose durante un mes sin ir a clase hasta que un vecino le descubrió y entonces sus padres atajaron el asunto. El escenario cambió para Diego Barrachina, que ingresó en la Fundación Síndrome de Down de Castellón para encontrar un oficio, ser feliz y dejar atrás su tormento de la infancia.

Sin embargo, la vida le puso a prueba nuevamente hace 11 años. Su madre sufrió un derrame cerebral que le dejó la parte izquierda de su cuerpo paralizada y puede andar gracias a unas botas especiales ortopédicas. Diego, con todo el orgullo posible, atiende a su madre en lo que necesite. «Le ayudo a hacer la cama, ordenar la casa, hacer la comida, poner la lavadora, tender la ropa, la llevo al médico...». Diego consiguió acceder a ´Patim´, la Asociación Española de Estudio en Drogodependencias, y ahora está disfrutando desde hace cuatro años en su labor en Alcampo.

Una novela de motivación

La música y la lectura también forman parte de su abanico de gustos. Y, desde luego, su historia es una auténtica novela para hacer ver al mundo que la vida está llena de obstáculos pero hay que afrontarlos de la mejor manera posible. «Desde que te levantas hasta que te acuestas», reza el lema que sirve de inspiración para Diego al igual que su vida lo es para los demás. Diego llega al corazón y su discurso supone una inyección de moral y motivación. Este acérrimo seguidor al balón es consciente de quiénes son sus ídolos deportivos y por ello lleva unos años transmitiendo su vida personal por carta a los futbolistas que adora. En ellas repasa la trayectoria de su jugador preferido, le cuenta cómo es su vida, sus aficiones, y la cantidad de futbolistas que le han regalado su camiseta y que han compartido unos minutos con él. El último de ellos, el valencianista Javi Fuego.

Diego confiesa estar «enamorado con ese juego de calidad que tiene el Valencia» y adora al futbolista de 32 años pues lleva desde los nueve años vinculado al mundo del fútbol. «Eres un gran jugador porque tienes la suficiente madurez y potencial para llevar, junto a Dani Parejo y Paco Alcácer, el timón del barco valencianista». Diego ensalza la capacidad de esfuerzo, trabajo y gran corazón que exhibe el blanquinegro, al que considera un modelo a seguir y en el que ve reflejado su sacrificio día a día.

Emotivo encuentro con Fuego

El castellonense solicitó al futbolista del Valencia CF un encuentro durante su concentración en la ciudad para enfrentarse al Villareal en Nochevieja. El 30 de diciembre, Diego esbozó una sonrisa y sumó otra camiseta a su extenso abanico con la firma del valencianista, que con la intermediación de Voro González, delegado del club de Mestalla, dejó de cenar junto al resto de sus compañeros y el cuerpo técnico para atenderle durante unos minutos.

El asturiano le regaló la zamarra blanquinegra con su nombre y su firma y charló un instante antes de retomar la comida previa al choque ante los de Marcelino. Y es que Javi Fuego «se deja la piel, el sudor y la sangre» en el campo, al igual que Diego en su día a día por encontrar la felicidad. Y lo ha conseguido.