Desde la aparición del COVID-19 siempre se ha dicho que las fuertes temperaturas (mucho calor) podrían frenar la expansión del coronavirus, matando al 'bicho' como ocurre con cualquier virus convencional. Pero, ¿en caso opuesto?¿Puede beneficiar la lluvia y la humedad en esa lucha contra el coronavirus?

El nuevo coronavirus, según expertos, no es más que una evolución del SARS-CoV de 2003, enfermedad que afectó sobre todo al sudeste asiático provocando la muerte de cerca de 1.000 personas y la infección de casi 10.000. Por tanto, pese a ser un nuevo virus, el SARS-CoV-2 es una nueva cepa de una amplia familia de epidemias y que podría tener similitudes con la anteriormente citada.

Varios investigadores han llegado a la conclusión de que los climas extremos, o mucho calor o lluvia y mucha humedad, frenaron la propagaación del SARS-CoV, en concreto temperaturas por encima de los 38 grados o una humedad por encima del 95 por ciento.

En este sentido, ahora estudian si en el nuevo brote podría ocurrir lo mismo y si, la lluvia beneficiaría tanto o más como el calor extremo del verano que ya estamos esperando, para frenar la propagación y vencer al virus.