La crisis del coronavirus nos deja Mestalla vacío para afrontar un partido que el Valencia CF necesita ganar por tres goles de diferencia o más para seguir vivo en la Liga de Campeones. Toca machada histórica y sin gente en las gradas. ¿Alguien da más? Si les he de ser sincero, cuando pasaron unos días del partido de Milán, pensaba que, llegado el momento actual y a solo unas horas de que se juegue el choque de vuelta, estaría arriba del caballo convencido de que la remontada es posible. Y no, me miro en el espejo y soy feliz, pero por feliz que me vea, no tengo cara de reAmuntada. ¡Si hasta me cuesta escribirlo!

El asunto del coronavirus y todo lo que ha significado para este encuentro, sin querer jugar a médico, ha provocado que llegue la hora y al menos yo no haya dedicado ni un instante a imaginar los goles y las celebraciones. No he dedicado mi mente a imaginar Mestalla bramando y a mi madre llamando como loca porque «me va a dar algo». Y créanme, de esto del fútbol en general y del Valencia CF en particular, imaginar partidos es una de las cosas que más me apasiona. Lo hacía de joven en la cama, lo hice después con mi perro cuando salíamos a pasear juntos 'entre naranjos', y ahora que él no está y a mis 'cuarentaypocos tacos' me he convertido en 'runner', imagino los partidos yo solo con mi circunstancia. Pero lo paso bien. Son muchas las veces que salgo a dar una vuelta por la mañana e imagino que Maxi hace el gol de la victoria tras un centro de Gayà desde la izquierda, por donde aparece sorprendiendo como un titán sin que nadie sospechara de su presencia. Así que mientras escribo esto trato de obligarme para que este martes por la mañana, cuando llegue sin aliento a la cima de la Muntanya de la Patà de El Puig -es una cima tal, que ya me gustaría ver a Kilian Jornet abordarla con la alegría que aborda otras cumbres míticas-, haré como Stallone al llegar a los 'Rocky steps', es decir, levantaré los brazos imaginando ser Gonçalo Guedes tras marcar el gol que certifica la remontada. Y como estaré poseído por la emoción seguiré subiendo hasta el castillo de Enesa donde de pequeño había una huella de caballo que simbolizaba la 'patà' que dio el équido del Conqueridor, y al ver que comenzó a brotar agua, decidió establecer allí su campamento desde el que acometer la batalla final para tomar Valencia. Luego volveré a casa y nada recordaré porque suele pasar que cuando corres tu imaginación vuela sin sentido hacia situaciones poco sustanciales.

PD: Jaume I conquistó Valencia y la dotó de unas leyes para que ni burgueses catalanes ni nobles aragoneses se aprovechasen de sus riquezas y pudiera así crecer fuerte. Es curioso, pero es la esencia del Valencia CF, un equipo que lleva toda la vida peleando por aparecer entre Barça y Real Madrid...

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