Ha caído Brasil contra Bélgica, en cuartos de final de la Copa del Mundo y nos hemos quedado sin el talento de Neymar, aunque también sin sus continuas caídas, producto a veces de contactos físicos reales y otras de 'piscinazos'.

Que un gran jugador como él, que puede y debe luchar para superar a sus adversarios con buenas artes, que las tiene y muchas, hace aún más incomprensible que utilice otros métodos para obtener faltas y para que los árbitros piquen y amonesten a su contrario, cuando no ha habido contacto.

Y se vio en el primer partido de Brasil, cuando un penalti fue pitado y, con el uso del VAR, el árbitro tuvo que rectificar, porque el brasileño no hizo sino caer sin más. El instrumento que tanto nos ha dado durante el Mundial es un elemento, para mí y lo he dicho ya anteriormente, crucial para la mejora de la justicia en el deporte. Y aunque muchos echan de menos la discusión post-partido, creo que hemos entrado en otra era, más adecuada a lo que se exige de un deporte que ya es negocio y que se debe, asimismo, a que se den resultados correctos y no falsificados por errores arbitrales.

Esos errores, muchas veces, vienen producidos por los propios jugadores que, habida cuenta de cómo se educa a los niños, tienen ya en su ADN el intentar ganar por todos los medios, incluso engañando a los jueces que se veían sin argumento para decidir. Ahora, con el VAR, muchas jugadas pueden ser revisadas y, estoy seguro, a los árbitros se le ha quitado un peso de encima.

El dichoso Al Ghandour, el egipcio que nos privó de una semifinal en el Mundial del 2002, dice ahora que al menos uno de los dos goles de España que no subieron al marcador, hubiera sido admitido como válido con el VAR. Tarde, pero al menos lo reconoce. Con el VAR no hubiera pasado y eso solo nos debería convencer.

A quien trata también de convencer Neymar, cada vez que cae, es al árbitro de turno, que se pregunta si la falta es cierta o no. Y, no siempre puede utilizarse el VAR, ya que solo algunas jugadas (penaltis, goles) se pueden revisar pero Neymar cae en todo el campo y los controles solo los hace la televisión.

Así, la RTS, la televisión pública suiza, ha estudiado y publicado un pequeño estudio de las caídas de Neymar y su incidencia en el juego. En los cuatro primeros partidos (no contando con la semifinal contra Bélgica), las caídas de Neymar (reales o no) sumaron 14 minutos de pérdida de juego, casi a cuatro minutos por partido, mucho más de lo que se ha utilizado para el VAR.

Es cierto que algunas caídas no son falsas y que el duro defensor que marca al brasileño le hace falta pero la pérdida no se produce tanto por la realidad o no del hecho sancionado sino por lo que le sigue. Es decir, por la teatralidad del jugador, después de que haya caído. Cada vez que se produce una falta, cierta o no, parece que haya existido un contacto tan duro que impide al jugador levantarse no ya de inmediato sino a los pocos segundos.

Eso es lo que el estudio de la RTS ha demostrado y es lo que, sin duda, deberá intentar corregir Neymar, porque el problema con la televisión es que la ve todo el mundo, incluido los contrarios y, por supuesto, los árbitros, a los que añado los aficionados. Eso, como una gota que cae eternamente, cala en la mente de todos y puede producir un efecto contrario: que nadie crea ya en las caídas, ni las buenas ni las malas.

No vamos a preconizar un VAR para Neymar, ni para nadie en concreto, pero lo que sí está claro es que no es bueno para el fútbol pero ni tan siquiera lo es para él ni para su equipo porque produce un hastío enorme y, cuando la falta verdadera existe, ya no se la contempla con la misma dureza y al defensor que le ha entrado, casi se le perdona la su acto.

Todos los gestos de un partido son revisados y le vendría bien a Neymar, o a quien le aconseja, hacerlo, para que solo quede el enorme jugador que es, purificando su juego de lo que no le sirve sino que, al contrario, le perjudica, como al propio fútbol y los 14 minutos que nos hemos perdido del mundial...

Ya nos queda poco de éste, que se ha convertido en un europeo, por la eliminación de todo equipo de fuera del viejo continente, lo que serán ya cuatro mundiales seguidos con vencedores de Europa. Para pasar el tiempo entre partido y partido, acerquémonos a la lectura de 'Sabor crítico', de Xabier Gutiérrez. Que disfruten ambas cosas.

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