El empresario José María Ruiz-Mateos falleció este lunes 7 de septiembre de 2015 en un hospital del Puerto de Santa María, a los 84 años, después que complicaciones de salud derivadas de una fractura de cadera le mantuvieran en un estado delicado desde hace meses. El entierro tendrá lugar en Rota (Cádiz), su localidad natal, donde será inhumado en el panteón de la familia, epicentro de la historia del cuadro vallecano entre 1991 y 2011.

Ruiz-Mateos, protagonista de momentos tan memorables y surrealistas como su entrada a un juzgado vestido de Supermán o el puñetazo en la cabeza que propinó al que fuera ministro de Economía y Hacienda, Miguel Boyer, al que responsabilizó de la expropiación de Rumasa, regresó a la vida pública a través del Rayo. Tras un tiempo en la cárcel por evasión de divisas, fraude y apropiación indebida, se adueñó de la mayoría accionarial franjirroja durante el proceso de conversión en sociedad anónima. Su primer golpe de efecto fue con Camacho, que llegó en 1992 y desde el banquillo lideró el ascenso a Primera. Aparte de la aportación económica que hizo, José María se convirtió por su carisma en un personaje querido por la afición.

En 1994 dio un paso atrás y, aunque siguió siendo el dueño del club, su mujer, María Teresa Rivero, se convirtió en la presidenta hasta 2011. El periodo más exitoso de su gestión llegó en la 99/00, cuando el Rayo fue líder durante cuatro jornadas y a final de campaña logró una invitación para jugar la UEFA; el Alavés le apearía en cuartos de la competición un año más tarde.

n honor a su mujer, el vallecano pasó a denominarse Estadio Teresa Rivero en 2004. A partir de entones, el Rayo, que lucía en su camiseta publicidad de otras de sus empresas, entró en una caída sin freno que lo llevó a estar cuatro años en Segunda B. Regresaría a Primera en 2011, cuando el conglomerado mercantil de la familia se desmoronaba. Y con él el Rayo, que se acogió a la Ley Concursal. En mayo de ese año, Martín Presa le relevaría como dueño de la entidad.