El Clásico confirmó los problemas del Barcelona en las últimas semanas. Igual que en anteriores partidos, no fue el dominador claro del balón. Así como uno de sus grandes rasgos de identidad ha sido siempre pasar del 60 por ciento de posesión fácilmente, esta vez se quedó en el 54. Esa tendencia a pasar cada vez más tiempo sin la pelota en su poder es un problemón para ellos porque sufren a un nivel que no están acostumbrados. Más que a un cambio de estilo intencionado, sin embargo, el motivo de que el Barça tenga menos el balón es que ya no lo recupera tan rápido. Su endiablado ritmo de recuperación no está siendo capaz de mantenerlo durante los partidos. Sí que lo hace ante rivales en principio más asequibles, aunque está yendo menos suelto y en algunos casos se ve netamente superado como ocurrió sobre todo ante la Real Sociedad. Es una realidad que al menos en este momento de la temporada la presión no la tiene tan clara. Los jugadores ya no van con tanta convicción y eso es algo que ante el Real Madrid les ocurrió muchas veces.

Zidane, defendiendo

A pesar de ese cambio tan notable en la fisonomía del Barça, lo cierto es que el Real Madrid tampoco le hizo excesivo daño. Los de Zidane ganaron a los puntos en varios tramos, pero el resultado fue justo. Fue un Clásico, eso sí, muy físico y descaradamente táctico, sobre todo en la primera mitad. Hizo falta prácticamente una hora de juego para ver oportunidades, algo muy raro sobre todo estando de por medio el Barcelona. Hasta que llegó el gol, el Madrid estuvo bien plantado, creciendo a través de un buen sistema defensivo y de posicionamiento. Le costó estirarse, pero cuando lo hizo salió como una flecha a la contra, aunque el gol lo encontró al final en una falta mal defendida.

Supo a poco

Con el marcador a favor el Barcelona pudo rematar el partido en varias ocasiones. Pero no llegó a estar cómodo. Después de todo lo llovido lo normal era esperar más de su versión en un partido tan importante en el que su actuación supo a poco más allá de las acciones aisladas de Messi y los uno contra uno habituales de Neymar. En el centro del campo, André Gomes aportó poco. Con Iniesta, en cambio, sí que hubo una mejora palmaria en la conducción. A su vera creció Sergio Busquets, bien en la recuperación y la salida. El gol, como el de Ramos, llegó con un remate a metro y medio de la portería, con Keylor dentro.

Cuestión de músculo

Con toda la calidad que había en el campo, fue sintomático que los goles se marcaran de cabeza y a balón parado. Claramente primó el músculo, especialmente el del Madrid, con la potencia de Kovacic y un jugador como Modric que ya he escrito otras veces que me encanta. Es imposible que se le vaya un balón.