Unai Emery, que quedó top-6 la temporada pasada y fue finalista en Europa League, ha acabado meses después despedido de manera previsible tras caer ante el Eintracht. Más allá de ese último KO europeo, la realidad es que la tendencia del conjunto 'gunner' estaba en una caída en picado sin precedentes y este jueves se confirmó su séptimo partido consecutivo sin ganar. La mala gestión de los recursos en plantilla, el flojo nivel de algunos pilares importantes y una defensa incapaz de competir contra los grandes han acabado por 'matar' a Emery y un nuevo proyecto importante. Le sucedió en París y ahora abandona también Londres con la sensación de no haber logrado dar forma a un equipo con la presión de la era posterior a Wenger. Todo eso a pesar de esa final de Europa League en la temporada pasada y de ser quinto, algo que curiosamente nunca le hizo tener un estatus de 'elegido' entre la afición, a la que nunca supo llegar.

Aubameyang ha sido el único futbolista que este año ha mantenido el nivel y no se debe asumir como uno de los protagonistas del despido de Emery. El africano es el único que se salva de una quema que empieza, lógicamente, con la filosofía del entrenador. El técnico no llegó a definirse y en el Emirates, desde la primera jornada de este año, se percibía el murmullo. La llegada de Pepé, Ceballos y David Luiz -una por línea- no supuso un paso al frente. Ninguno de ellos se ha convertido en un jugador vital. El primero solo ha anotado un gol y ha sido una montaña rusa. El segundo, generó los 'olés' en sus inicios en el Emirates pero acabó siendo más estético que efectivo y eso le ha llevado a no ser nunca titular indiscutible. Por último, el central brasileño sí ha tenido ese rol, pero la defensa del Arsenal sigue siendo el caos que era la temporada pasada. También el centro del campo, una posición que nunca ha logrado equilibrio y en la que Emery no ha logrado hacer rendir a Guendouzi, Torreira, Xhaka o el mencionado Ceballos.

En ese contexto, y aunque el Arsenal está a solo un punto de la quinta plaza, la presión por volver a la Champions y la ausencia de un estilo de juego definido han ido provocando otro tipo de problemas. Uno de ellos está relacionado directamente con los jugadores. En el vestuario los pesos importantes parecieron no responder y los problemas con la capitanía no ayudaron. En un duelo de Premier, Emery sacó del campo a Xhaka y el suizo enseñó al público los problemas en la relación entre ambos. Ese manejo de la plantilla y de los 'egos' ha sido una de las críticas de la afición del Emirates Stadium, que en las últimas semanas ya había utilizado el hashtag 'EmeryOut'. Incluso se tuvo que suspender una comparecencia del técnico en la Universidad por los insultos al entrenador tras anunciarse la ponencia.

Los jóvenes en el equipo

Una de las misiones de Emery en el conjunto 'gunner' era también apostar por los jóvenes y sí ha ido gestionando minutos para esas promesas, algo que se convierte en un punto positivo y negativo al mismo tiempo. Si en el final del curso pasado, el once del Arsenal se podía recitar casi de memoria en este arranque de curso ni el dibujo, ni los jugadores sentían que había una base consolidada. Y así es muy difícil que los jóvenes tengan una red de apoyo. Los Saka, Martinelli, Nelson o Willock se han visto perjudicados por la escasa influencia de los hombres importantes. Es decir, de unas referencias en las que mirarse al espejo y poder crecer. En definitiva, el Arsenal, que tendrá a Ljunberg en el banquillo de manera interino en el próximo partido, la era Emery termina sin lograr el objetivo, que era olvidar los últimos años de Wenger y engancharse de nuevo a los puestos Champions.