Quique Setién, el hombre que ahora toma las riendas del FC Barcelona, fue un futbolista de calidad y éxito, un referente del Racing de Santander que dio el salto al Atlético de Madrid e incluso llegó a ser internacional español y mundialista en Mexico 86' —sin llegar a debutar en la cita mundialista—.

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Sin embargo, como técnico ha tocado el barro de la Segunda B y fue en el Lugo. Allí permaneció de 2009 a 2015 ascendiendo y manteniendo al equipo en la categoría de plata con un modus operandi muy singular: El técnico cántabro convocaba a sus futbolistas los miércoles y los jueves por la tarde además de ejercitarse por las mañanas y les comunicaba a su futbolistas que lo hacía porque si no su mujer le ponía "a fregar los platos en casa". Hacía a sus jugadores acudir a las instalaciones y, aunque fuese simplemente caminando, distribuía picas o conos en el terreno de juego y hacía a sus futbolistas realizar los movimientos con y sin balón una y otra vez, un día tras otro, que quería ver en los partidos en las instalacios del CEAO.

Ya entonces mostraba una simpatía evidente por el modelo Barça hasta el punto de protagonizar piques, siempre sanos, con el delegado del equipo, Abad, madridista hasta la médula.