Termina el partido. José Manuel López, fotoperiodista de SUPER y Levante-Emv, emprende el viaje de regreso. Es cuestión de horas su visita al hospital para someterse a las pruebas del Covid-19. Así continúa su diario.

Después del Atalanta - Valencia

Al acabar el encuentro repaso las fotos que he enviado al diario. Ambiente de aficionados, juego, decepción, gestos de los técnicos, parece que está todo. Miro la hora y compruebo que todavía llegaré a tiempo a cenar en el restaurante contiguo a mi hotel. !Qué subidón!

Recojo mis cosas y al salir del estadio aún veo a bastante gente terminando de celebrar con hamburguesas y perritos calientes la victoria aplastante frente al Valencia. Cruzo la calle y entro en el restaurante, la camarera me reconoce, me sonríe y prepara una mesa. Después de un día largo de trabajo hoy podré cenar, algo que no suelo tener la oportunidad de hacer tras un partido fuera de casa.

Ya en la habitación, sigo pensando en si podré sacar algo más de material del partido para el día siguiente. Repaso de nuevo el bruto de las imágenes y hago una lectura más profunda del partido. Mañana será un día de "resaca" y yo estaré de viaje. Si necesitan algo mejor dejarlo preparado hoy.

La vuelta a casa siempre se hace larga por el cansancio acumulado y las ganas de llegar. Pero este viaje más si cabe, pues huele a fin de temporada, el Valencia ha perdido 4 a 1 y un resultado así iba a ser difícil de superar.

Primeros días en València

Ya han pasado unos días desde que volvimos de Italia y empiezo a leer diferentes informaciones a cerca del coronavirus en el norte de Italia. Al principio leo sin prestar más atención que la que me despierta esta información en otros puntos del planeta.

Mis padres, siempre los padres, empiezan a preocuparse al oír en los medios cómo Bérgamo y Milán se están descubriendo como el epicentro del virus en Europa. Yo no soy muy hipocondríaco y le quito importancia a aquello. Siempre pienso en positivo como pulsión natural de mi carácter, sin que tenga un razonamiento lógico necesariamente.

Pasan las horas y la noticia cada vez suena con más fuerza. De golpe una noticia confirma las sospechas de los más agoreros, un compañero periodista que estuvo en Milán acaba de dar positivo por Covid-19 .

Kike Mateu llegaba a Milán el mismo día del partido, acudió desde Pissa en coche acompañado de sus padres. Cuando yo salía del metro al regreso del centro de la ciudad de hacer aficionados valencianistas me lo encontré pelando con la máquina expendedora de billetes.

Me acerqué por su espalda para darle una sorpresa y hablarle desde muy cerca sin que me viera.

- Qué pasa Kike, ¿necesitas ayuda?- ¡Qué sorpresa José! Échame una mano, ¿qué billete tenemos que comprar?

En nuestra conversación me presenta a sus padres, que aprovechando un viaje de su hijo lo acompañan y conocen la ciudad italiana. Habían venido en avión aquella misma mañana hasta la ciudad de la Toscana de la famosa torre inclinada y después por carretera hasta Milán. Acababan de aparcar el coche justo en las inmediaciones de la estación donde nos encontramos. Nos abrazamos (vaya, algo tan prohibido en estos momentos) y cada uno siguió su camino. Ellos siguieron al centro mientras yo regresaba a mi habitación para editar y enviar el trabajo de aquella mañana "fallera" en el centro de Milán.

Pasan los dias y las malas noticias no paran de llegar, al positivo de Kike se unirían el de otros compañeros de Kike en la redacción, el primero de ellos Juan Carlos Villena.

Villena es un tipo auténtico, que vive la profesión de periodista de la manera más sincera que he conocido. No es parte de su vida, es su vida.

Junto a Villena dan positivo otros compañeros en los siguientes días y claro, los nervios empiezan a apoderarse de mi.

La presión familiar y social empieza a hacerse patente a mi alrededor y decido llamar a Sanidad para exponer mi caso. La respuesta a mi pregunta de si debo hacer cuarentena es negativa. Que puedo trabajar con normalidad, solo debo evitar acudir innecesariamente a lugares muy concurridos.

Eran las 11:00 cuando hice la llamada y a las 13:00 vuelvo a llamar, no paro de pensar que esta situación puede llevarme a expandir aquel dichoso virus. Hablo con la misma persona de nuevo en Sanidad y me vuelve a insistir en la misma respuesta, solo que esta vez le pido que recoja mis datos personales por si cambiaran de parecer en las siguientes horas.

Se hace de noche y viendo que aquella noticia que corre como la pólvora va a cambiar los protocolos en poco tiempo, decido hacerme el pesado y volver a llamar por tercera vez. Esta vez la persona que me atiende es otra, pero añade al discurso anterior que le envíe por correo electrónico la temperatura corporal que tengo por la mañana y por la noche.

Insisto en hacerme las pruebas, pues tenía muchas posibilidades de hacerme infectado. En esos días me había constipado levemente y tenia algo de tos y mocos, pero no creyeron necesario tomar nuevas medidas.

A las 22:00 no puedo más, ya sé que aconsejan quedarse en casa y pedir las pruebas en tu domicilio. Pero llevo todo el dia intentando hacerlo así y no he conseguido nada. Decido cruzar la calle desde mi casa y entrar a urgencias del Hospital que tengo en frente. Nada más entrar, expongo mi caso y se pone todo el protocolo en marcha.

Hasta ese momento solo estaba preocupado, pero ya estaba asustado.

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