El Castellón tropezó en su plan de regresar a Segunda tras dos lustros de ausencia. La aspiración de lograr un sueño que se ha hecho de rogar durante una década se pospuso en la tanda de penaltis ante la UD Logroñés, aunque el equipo de Óscar Cano todavía tendrá opciones en la 'repesca' del play-off por su condición de líder de grupo.

Tras años de fracasos y decepciones, el equipo albinegro prolongó su agonía dentro de la ciudad castellonense e hizo que su equipo quedase estancado en la competición de bronce del fútbol español. No obstante, el desenlace fue cruel y la fortuna no estuvo de parte del combinado castellonense, que falló tres penas máximas de forma consecutiva en el momento menos oportuno.

Desde el punto fatídico, los 'orelluts' vieron frustado su ilusión de ascender de categoría. Y eso que el partido en La Rosaleda comenzaba muy bien para los castellonenses, que una vez superado el minuto quince de la contienda se adelantaban en el marcador. Lapeña, con un soberbio cabezazo, puso por delante a los suyos al cazar un medido saque de esquina, pero la intensidad de los visitantes se tradujo en igualada en el marcador gracias a un tanto de Andy de penalti, que llegó sucedido de un posible gol fantasma muy protestada por los de La Rioja.

De la polémica a la agonía en La Rosaleda

El final del partido tuvo de todo. La expulsión de un jugador del Logroñés, un gol fantasma en contra del Castellón que por suerte no subió al marcador y sobre el que el linier no pudo decidir por su mala colocación y un penalti en contra que tampoco sentó nada bien a los hombres de Óscar Cano.

Después de una prórroga de poder a poder, que afrontaron los castellonenses en superioridad numérica tras la expulsión de Siddiki en el 89', la lotería de los penaltis les dio la espalda. Fallar el tercer penalti fue trascendental, ya que erraron los dos posteriores y el hecho de palpar una nueva dimensión les pasó factura en forma de nerviosismo. Al final, los penaltis concluyeron con un resultado adverso de dos goles a tres.