FÚTBOL

Barcelona-Real Madrid: Bellingham, su satánica majestad

Dos goles del inglés dan el triunfo a un Madrid que suma diez goles y deja al Barça sin premio, después de atacar más y mandar dos balones al palo

Jude Bellingham con el balón

Jude Bellingham con el balón / EP

Media hora compareció el Real Madrid en Montjuïc y con eso le valió para ganar un Clásico descafeinado ante un Barcelona más preocupado de neutralizar a los blancos que de llevar adelante su propuesta. Comienza a ser habitual ver cómo Xavi inyecta kryptonita en la pizarra cada vez que se mide al Madrid. A los de Ancelotti, en un partido gris, les bastó con que Jude Bellingham se asomase dos veces para cerrar el triunfo y colocarse líderes empatados a puntos con el Girona.

El Barcelona se ha convertido en un equipo pragmático. Ha abandonado el hedonismo que siempre exhibió orgulloso y ha afilado su competitividad. Y esa transformación, curiosamente, se ha producido bajo las órdenes del epítome de La Masía, la horma del ‘tiqui-taca’: Xavi Hernández. El hombre que definía un estilo que Messi tiñó de éxito. El mismo Messi, por cierto, que ganará este lunes su octavo Balón de Oro.

Once a medida de Xavi

Pero este Barça es menos primoroso. Exigido por las urgencias de un club arruinado, Xavi ha armado un equipo en torno a dos especialistas, jugadores históricamente más propios del Real Madrid. Uno ofensivo (Lewandowski) y otro defensivo (Ter Stegen). Dominadores del área que definen equipos, como lo hicieron Ronaldo Nazario y Casillas o Benzema y Courtois. Nada que ver con la orgía medular de Guardiola. Así ganó la Liga la pasada temporada. Sin embargo, la suplencia del polaco, renqueante, y la presencia de Vinicius provocaron que Xavi confeccionará un once ‘ad hoc’ bien pertrechado atrás y lleno de ‘llegadores’ con Cancelo, Balde, Fermín, Gundogan, Gavi, Ferran y Joao Félix. Superioridad preventiva en el medio y ataque sin referencias para la zaga blanca.

Enfrente un Madrid que lleva años acomodado en el pragmatismo y la inteligencia emocional de Ancelotti y de Zidane. Técnicos que naturalizan sus pizarras con estructuras defensivas solventes y generan entornos ofensivos donde sus jugadores fluyen. El 4-4-2 en rombo de Carletto es el hábitat perfecto de un Bellingham que flota como una mariposa y pica como una abeja. Para este Clásico el italiano selló la izquierda con Mendy y la medular con Tchouameni, Valverde y Kroos. Sin experimentos.

Empezó el partido cruzado cuando al saltar el Barça, que lucía el logo de los Rolling Stones, con Jagger y Wood en el palco, sonaba Highway to hell, de AC/DC. Y siguieron pasando cosas porque a los ocho minutos un rechace desordenado de Tchouameni no fue bien despejado por Alaba y la fe de Gundogan le llevó a marcar el primero. A punto estuvo de repetirse al cuarto de hora, cuando otra presión a Kroos terminó en robo y Fermín la mandó al palo de Kepa. El Barça mostraba colmillo y un Madrid atolondrado bostezaba en Montjuïc. Pasaban los minutos y el traje a medida que había confeccionado Xavi se ajustaba como un guante a lo que pedía el partido. Araujo desactivaba una vez más a un Vinicius acumulaba frustración jugada tras jugada y Kroos perdía la batalla con Gündogan. En ese caos los chispazos de Joao Félix iluminaban un Clásico del que disfrutaba más Xavi que Ancelotti.  

Estiró algo las líneas el Madrid, más por necesidad que por convicción tras el descanso, pero la oportunidad más clara volvió a ser azulgrana. Un testarazo de Íñigo Martínez que se topó con el palo y el rechace terminó en zapatazo a bocajarro de Araujo que Kepa sacó milagrosamente. La indolencia blanca era alarmante y el equipo no terminaba de meterse en el partido. Sin intensidad, sin actitud, sin hambre. Recordaba, por momentos, al Madrid del derbi en el Metropolitano. Lo trató de solucionar Ancelotti cambiando piezas con Modric por Kroos y Joselu por un Rodrygo desesperado.

Dos goles de Bellingham

Cambió el paso Madrid, aculando a un Barça demasiado complaciente en defensa en esta segunda mitad. Y en un balón cruzado a los 67 minutos un despeje quedó a los pies de un Bellingham extrañamente solo, que sacó un zapatazo que Ter Stegen descubrió tarde. Gol del inglés que silenció Montjuïc y dejó boquiabiertos a sus satánicas majestades en el palco. Media ocasión, un gol. La pegada madridista de nuevo mandaba a la lona a un Barça que había merecido más, pero se atrincheró con una renta mínima y eso le costó caro.

El viento roló en el Clásico y comenzó a soplar a favor de los merengues. Entonces Xavi cambió el frente ofensivo para reactivar a su ataque con Lewandowski, Raphina y Lamine. Además, blindó el pivote con Oriol Romeu, tarde quizás. Se animó el último tramo del duelo con las llegadas a las dos áreas. Y en ese escenario volvió a aparecer Bellingham para adelantar al Madrid en el descuento y confirmar que no hay un jugador a su altura en estos momentos ni en la Liga ni en Europa. Jude desnudó las vergüenzas del Barça y maquilló las carencias del Madrid.