El Vinícius más egoísta
Marcó el gol del empate para salvar a los suyos en otro partido individualista. Anda peleado con su propio ego por la pérdida de protagonismo tras la llegada de Bellingham, que le ha robado foco para dejar de ser la estrella del equipo
Alejandro Alcázar
Vinícius anda peleado con su propio ego. La irrupción de Bellingham ha eclipsado su estrella, que estuvo apagada durante los casi 100 días que pasó en la enfermería para superar dos lesiones casi seguidas. Cuando se reenganchó al equipo, superados sus problemas físicos, se vio rezagado sin que los focos iluminaran su figura. Su ambición es grande y quiere ser siempre protagonista, y recurre a su perfil más individualista para recuperar el terreno perdido. Es tan bueno como desesperante y el madridismo le mira de reojo cuando entra en esa versión histriónica.
Ante Las Palmas se echó el equipo a la espalda en ataque olvidándose de que tenía a su lado a Rodrygo y a Brahim. Tampoco le ayudaron mucho, se les veía desesperados por el individualismo de su compañero y se desenganchaban del juego cuando cogía la pelota. Vinicius lo intentó una y otra vez con diferentes suertes hasta lograr el empate aprovechando una genialidad de Camavinga, con un pase que le dejó solo ante el portero del equipo insular.
Aporta mucho, falla mucho
Vinicius lo intentó más que nadie. Nueve disparos, dos a portería; pasó el balón en 24 de las 43 ocasiones en las que lo recibió, 16 completados, y en las otras 19 lo perdió. Los datos suelen ser fríos, pero definen el acierto de un jugador y Vinicius aporta mucho, pero también falla mucho. Karim Benzema lo desnudó en su momento cuando le dijo a Mendy durante un partido: «Hermano, no le pases el balón, juega contra nosotros».
El gol salvó su actuación. Un jugador que empieza a sacar de quicio a sus propios seguidores ya sea por su grosero individualismo o por sus enfrentamientos con los rivales. Se le reconoce su talento, pero muchas veces no compensa tener un jugador que juega para sí mismo olvidándose del juego colectivo. Sobre todo, si falla de más y los ataques mueren en sus pies por ‘chupón’.
Ante el equipo amarillo se comportó bien, como esperan en el club y le pide Ancelotti y sus compañeros, a los que tiene hartos con su comportamiento infantil. Una actitud que acaba embarrando los partidos mandándolos a contiendas que no favorecen a los intereses de su equipo. Un Real Madrid que sabe que lo suyo es abstraerse de las provocaciones y centrarse en jugar, porque en eso acaba imponiéndose a los rivales por calidad y talento.
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