Ciclismo

El rey Pogacar dinamita el Giro de Italia en la etapa reina

El fenómeno esloveno deja a todos los rivales a casi siete minutos de la general, a falta de seis jornadas, tras un triunfo épico por delante de un combativo Nairo Quintana.

Sergi López-Egea

Tadej Pogacar dinamitó el Giro en la etapa reina. Fue una actuación digna de un mito de este deporte vestido con la ‘maglia rosa’. Fausto Coppi no lo habría hecho mejor hace 70 años, ni Eddy Merckx hace 50, ni Bernard Hinault hace 40. Ganó en solitario como hizo Louison Bobet en el Tour o Marco Pantani cuando dominaba la ronda italiana. Venció para que la última semana, Dolomitas incluidos, sea casi un paseo cicloturista y pueda pensar en la ronda francesa mientras Jonas Vingegaard se concentra en Sierra Nevada para acabar de coger la forma tras su caída en el País Vasco.

Todos están ya a más de seis minutos del prodigio de Eslovenia. Nadie puede seguirlo cuanda ataca a 15 kilómetros de la meta en una etapa marcada por el Mortirolo y también por el enorme carácter de Nairo Quintana, recuperado para el ciclismo y para el Movistar. Fue segundo en la meta a medio minuto de Pogacar, el primero de los seres normales que pedalean y que sólo se pueden conformar en ser segundos en una etapa o en la clasificación.

Pogacar lo tuvo todo a favor en un día de largo ciclismo y cuestas. En el guion había más de 5.000 metros de desnivel positivo y escapadas a las que el UAE, con un trabajo instruido, debía controlar sin perder nervios, compostura y fuerzas hasta que el jefe decidiera pasar al ataque. Dejó pasar el Mortirolo porque no se ascendía por la vertiente más dura con lo que perdía agresividad y a la aureola de montaña de leyenda.

Ataque brutal

Esperó a la llegada del Passo del Foscagno y que su compañero polaco Rafal Majka marcase la señal de ataque, como si llevase una corneta para dar la orden de ofensiva a la caballería. Pogacar se fue solo. Daniel Martínez, escalador colombiano, tercero de la general, trató de seguirlo, tan difícil como ponerse a rueda de un fórmula uno. En seis kilómetros cobró dos minutos de ventaja, que fueron tres en la meta de Livigno, bonificación incluida.

Quedan seis días de competición, tras el reposo de este lunes. La clasificación general es un escándalo en toda regla. Si antes de la etapa reina Pogacar se podía sentar en una terraza y tomar un café, ahora casi puede pedir la carta y descorchar un vino, porque Geraint Thomas, segundo, aparece a 6.41 minutos y Martínez, a casi siete. Apaga y vámonos al Tour.

Porque a partir de ahora cualquier ofensiva de Pogacar en el Giro sería un ataque descerebrado. Queda una semana para comer barritas y contemplar el paisaje; seis días para que ciclistas como Quintana recobren la salud ciclista, tras un año de sanción encubierta, un covid en febrero y una fractura de hombro por la caída durante la última etapa de la Volta, en Montjuïc, otra victoria de un Pogacar desbocado en cualquier parte del planeta.

Nadie lo frena, ni hacia arriba ni en contrarreloj. El Giro de Italia queda entregado, a no ser que la tierra sea plana o se produzca un contratiempo no deseado, a la fortaleza de Pogacar y a ver, como mal menor de entretenimiento, el nombre de los dos corredores que el domingo que viene lo acompañarán en el podio de Roma donde podrá emular al viejo César y gritar aquello de llegué, vi y vencí.