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El calor y el cerebro

Entrevista al Dr. Rafael Arroyo

Dr. Rafael Arroyo

jefe del Servicio de Neurología del Hospital Universitario Ruber Juan Bravo

¿Qué hay de cierto en eso de que cuando hace mucho calor “se derrite el cerebro”? ¿A partir de que temperatura nuestro cerebro comienza a no funcionar correctamente y por qué?

Es cierto que a partir de cierta temperatura se produce una falta de atención, una falta de concentración, y la velocidad de nuestro cerebro disminuye. Existen estudios que demuestran que el rendimiento de nuestras capacidades cognitivas es peor cuando la temperatura ambiental es elevada.

Con respecto a qué temperatura nuestro cerebro funciona claramente peor, hay un órgano en nuestro cerebro que se llama el hipotálamo, que es el regulador de la temperatura, y desde luego a partir de 40 grados el cerebro funciona de forma anómala, se bloquea. Son temperaturas que debemos claramente evitar porque el cerebro de la mayoría de las personas va a funcionar de manera errónea.

Si el cuerpo alcanza temperaturas por encima de este límite, ¿qué le pasa a nuestro sistema nervioso/neuronas y cómo nos afecta?

En general, cuando una persona alcanza una temperatura extrema, como pueden ser 40 grados -ya sabemos que nuestro cuerpo funciona regularmente a una temperatura aproximada de 37 grados-, el hipotálamo deja de funcionar y se producen alteraciones en el control de la temperatura, lo que provoca disfunciones en muchos de nuestros órganos: el cerebro pierde atención y concentración; los riñones, en un intento de conservar la temperatura, dejan de filtrar; y se pueden producir estados de somnolencia, estupor o incluso llegar hasta el coma en situaciones muy extremas con altas deshidrataciones.

¿Son necesarias exposiciones largas a estas temperaturas o también se pueden observar cambios en periodos cortos de tiempo?

Habitualmente para que se produzcan situaciones importantes desde el punto de vista neurológico se deben soportar altas temperaturas durante períodos prolongados de tiempo, pero en ocasiones cuando el cambio es muy brusco, cuando pasamos por ejemplo de una temperatura muy baja a una temperatura muy alta, nuestros sistemas termoreguladores lo digieren mal.

Tanto la exposición prolongada a altas temperaturas como los cambios muy bruscos son los dos factores que provocan que nuestro sistema nervioso central responda de forma anormal y patológica.

¿Cuáles son los colectivos o segmentos de población más vulnerables?

Sin ninguna duda hay personas mucho más vulnerables a las altas temperaturas, en primer lugar la población de mayor edad. En las personas mayores su sistema termorregulador está mucho más alterado, sobre todo si existen patologías asociadas.

También son muy vulnerables los niños pequeños, sobre todo por debajo de tres años.

¿Cómo afecta el calor a pacientes con enfermedades y patologías de tipo neurológico?

Todas las personas en general pueden verse afectadas, sobre todo en población vulnerable, pero es muy característico que las cefaleas o las migrañas empeoren con altas temperaturas, al igual que la esclerosis múltiple u otras enfermedades como los trastornos del sueño o las enfermedades neurodegenerativas.

¿Y a personas con problemas psicológicos?

La elevación de la temperatura produce habitualmente una disminución de la atención y la concentración y, en muchas ocasiones, un mayor grado de irritabilidad, por lo que las personas con trastornos psicológicos y/o psiquiátricos (ansiedad, depresión e incluso trastornos psicóticos), pueden ver aumentada su irritabilidad y que sus síntomas previos se vean agravados.

Hay estudios que relacionan la violencia con los climas calurosos, ¿tiene sentido?

Esto es así como consecuencia del aumento de la irritabilidad y de la privación de sueño, que se dan más en estas condiciones. Cuando dormimos bien somos más inteligentes y más calmados, cuando dormimos mal somos menos inteligentes y mucho más irritables, y esto favorece la agresividad.

¿Cómo afecta el calor al sueño?

Uno de los problemas más frecuentes que sufrimos cuando se eleva mucho la temperatura es la dificultad para dormir y, en consecuencia, para que nuestro cerebro funcione adecuadamente. Cuando dormimos mal la atención disminuye, la memoria empeora y el aprendizaje se complica. Al mismo tiempo estamos más irritables.

Por ello es importante que cuando nos vayamos a dormir la temperatura del entorno sea adecuada, porque si no todas estas consecuencias las vamos a sufrir al día siguiente y va a perjudicar mucho nuestra calidad de vida.

¿Qué recomendaciones nos puede dar para cuidar nuestro cerebro/organismo los días de más calor?

Sin duda evitar -sobre todo en personas más vulnerables- la exposición al calor o a fuentes de calor, evitar salir a la calle en los momentos de más calor y mantener una adecuada hidratación.

Por supuesto, hay que tratar de evitar que el organismo se centre en tareas que no son imprescindibles, como por ejemplo el ejercicio físico en los momentos de más calor, o comidas copiosas o el consumo de bebidas alcohólicas, que consumen mucho agua a la hora de ser procesadas por el metabolismo.

¿Alguna pauta para dormir bien en verano?

Es fundamental acondicionar bien la habitación, que exista ventilación, realizar una actividad física moderada alejada en el tiempo del período de descanso, evitar estímulos como televisiones o pantallas de móviles y eliminar, en la medida en que sea posible, la ansiedad o la angustia propias del día a día.

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